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Comedia. Drama
Érase una vez, que Juan Pérez, el más pobre de los pobres, un día salta a la fama por un accidente en el que parece que se va a suicidar tirándose de lo alto de un edificio para protestar contra el gobierno por su condición social. El Ministro de Economía, acosado por el escándalo en el que lo responsabilizan de la decisión de Pérez, decide cambiarle la vida y le regala una casita, un auto y un trabajo. Pero cuando otros pobres, amigos ... [+]
4 de diciembre de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hilo elástico que mantiene el equilibrio en una sociedad económicamente dual, tiene un punto crítico en el que rompe. ¿De qué es capaz alguien que no tiene nada que perder, ni siquiera la esperanza? ¿De qué es capaz alguien que entiende que su extrema pobreza no se debe a Dios o a la mala suerte sino al mal gobierno? ¿De qué es capaz alguien para quien merece la pena vivir un solo día como rico, antes que una vida entera como pobre? De todo.
Y ese es el mensaje que intenta transmitir la película. Estamos tan acostumbrados a estos compartimentos económicos estancos, que un rico no sabría vivir como un pobre (la imposibilidad de renuncia a todos sus lujos se tornaría en desesperación) pero tampoco un pobre sabría vivir como un rico (el despilfarro lo llevaría de nuevo a su condición social).
Pero, ¿es necesaria esta jerarquización de la economía? ¿Por qué hay ricos y pobres? Porque siempre los ha habido, y porque siempre los habrá.
Y ese es el mensaje que intenta transmitir la película. Estamos tan acostumbrados a estos compartimentos económicos estancos, que un rico no sabría vivir como un pobre (la imposibilidad de renuncia a todos sus lujos se tornaría en desesperación) pero tampoco un pobre sabría vivir como un rico (el despilfarro lo llevaría de nuevo a su condición social).
Pero, ¿es necesaria esta jerarquización de la economía? ¿Por qué hay ricos y pobres? Porque siempre los ha habido, y porque siempre los habrá.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Los líderes neoliberales mexicanos defienden frente a la comunidad internacional que la lucha contra la pobreza está ganada y que ya no hay pobres. Pero hay 50 millones de personas como el pinche Juan Pérez, vivo contra todo pronóstico médico, con una colección de enfermedades descatalogadas y un analfabetismo que le impide rebelarse contra el sistema. Sin embargo, accidentalmente y debido a la exageración de un periódico sensacionalista, se convierte en un icono nacional contra el sistema que distancia cada vez más a los ricos de los pobres.
La primera solución del gobierno –que no sabe ni siquiera a cuánto está el salario mínimo interprofesional, y presumiblemente tampoco cuánto vale un café…– es acallar su voz con un soborno. Pero ese mismo día entiende que el caso de Juan Pérez servirá de ejemplo a todos los pobres, y que el país tendría que declararse en bancarrota si tuviese que acallarlos a todos con dinero. Encarcelan a Juan Pérez y el gobierno cambia su política de lucha contra la pobreza, por una de lucha contra los pobres. La pobreza se declara delito, las zonas frecuentadas por vagabundos se vallan y se margina legalmente a estos nuevos “delincuentes”. Ahora las arcas del estado rebosan, hay superávit y México es un lugar maravilloso.
La primera solución del gobierno –que no sabe ni siquiera a cuánto está el salario mínimo interprofesional, y presumiblemente tampoco cuánto vale un café…– es acallar su voz con un soborno. Pero ese mismo día entiende que el caso de Juan Pérez servirá de ejemplo a todos los pobres, y que el país tendría que declararse en bancarrota si tuviese que acallarlos a todos con dinero. Encarcelan a Juan Pérez y el gobierno cambia su política de lucha contra la pobreza, por una de lucha contra los pobres. La pobreza se declara delito, las zonas frecuentadas por vagabundos se vallan y se margina legalmente a estos nuevos “delincuentes”. Ahora las arcas del estado rebosan, hay superávit y México es un lugar maravilloso.