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Voto de TOM REGAN:
7
7,0
97
Drama
El anciano Rey Lear decide repartir su reino entre sus hijas. Confundido por la falsa adulación de las dos mayores, Goneril y Regan, a pesar del auténtico amor filial y la sinceridad de la más joven Cordelia, con deslealtad, deshereda a ésta y reparte sus tierras entre aquellas. Cordelia parte para casarse con el Rey de Francia. Mientras tanto el Conde de Kent, que ha intentado hacer entrar en razón al Rey, es desterrado. Al poco tiempo ... [+]
8 de octubre de 2022
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
330/07(06/10/22) Con motivo del reciente fallecimiento del londinense Peter Brook (02/07/2022) me he visto esta sugerente adaptación homónima de la clásica obra de William Shakespeare de 1603, aunque inspirada directamente teniendo como gran reclamo al majestuoso protagonista Paul Scofield, rodándose en 16 mm en crudo blanco y negro, siendo escenario el país de dunas a mediados de invierno en la danesa península de Jutlandia. Siendo director teatral Brook ya había dirigido el montaje de “El Rey Lear” en 1962, con la Royal Shakespeare Company y Paul Scofield en el papel protagonista. Nueve años después, dentro de su escueta carrera cinematográfica, aborda la versión cinematográfica con el mismo protagonista. Quedando los temas inherentes a la obra nítidos, hablando de la arrogancia moral, de la hipocresía, de la herencia, de la codicia, de la traición, del egoísmo, del descenso a la locura, o de los prejuicios.
Film no apto a todos los paladares, por su ritmo lento, denso, agreste, sereno, con altibajos en su desarrollo, no es lo mismo el tempo del teatro que el del cine, y en este caso se nota que Brook prefiere dar relevancia al teatro, en la forma que se da vigor ante la cámara a las actuaciones, ello con asfixiantes (por momentos) primeros planos, para extraer lo mejor de las interpretaciones que tan bien el director sonsaca. Resultando el marco de fondo un personaje más, cual lar desnudo, con castillos frugales, playas, dunas, aridez, animales muertos, todo seco, sin vida, cuasi-hostil por donde transcurre la mayor parte del metraje, ello como alegoría de los sentimientos adustos y despojados de calor humano que asolan estos páramos estériles, con cielos blancos por donde se filtra de modo pálido los rayos de sol. Todo esto potenciado por la fenomenal fotografía del dinamarqués Henning Kristiansen (“El festín de Babette”), creando cuadros sofocantes de hosquedad en las tomas generales inundadas de luz blanca, con secuencias tan impactantes como la tormenta, con barridos tan desabridos como la toma de los rostros durante los créditos iniciales, con extasiantes zooms, donde la música extradiegética es inexistente paras dar más sensación de aislamiento.
La historia, es la de un legendario rey bretón, anterior al imperio romano, que decide repartir el reino entre sus tres hijas, para ello les pide que le expliquen cuanto le quieren, y según su respuesta será más o menos generoso. Las dos hijas mayores le adulan y exageran, mientras que la sincera hija menor le viene a decir que le quiere “como a un padre”, lo cual enfada mucho al rey, quien la deshereda. A partir de ahí los personajes se dividen en traidores y leales al rey, y se van juntando y separando en distintas aventuras, hasta el trágico final.
Es una producción que realza al elenco actoral dejando despojado de vida los fondos, para que en primer plano realzar las (irregulares) actuaciones, destacando sobre todo la fascinante encarnación de Paul Scofield como el infausto Rey Lear, físicamente Ernst Hemingway con esa barba blanca, con esos enormes y expresivos ojos, tiene un arco de desarrollo muy marcado en su intensa expresividad, un ser que comenzamos viéndolo como un coloso arrogante, y va descendiendo por la pendiente anímica, hasta desembocar en la locura. Fabuloso en sus monólogos, en su fuerza dramática; Anne-Lise Gabold da vida a Cordelia, la hija más pura de sentimientos de Lear, le falta presencia a loa actriz, le falta punch para dar réplica a Scofield; Irene Worth como la brutal Goneril, es una actuación algo baja para lo que se espera del personaje, igual fue errado su casting, adolece de la fuerza que requiere su rol; Jack MacGowran como el bufón resulta muy bueno, con gran frescura y garra mordaz; Susan Engel como la cruel Regan, da vigor a su personaje; Alan Webb como el duque de Gloucester da muestras de su energía patética, emociona su padecimiento; Robert Langdon-Lloyd como Edgar, imprime arrojo y garra a su valiente personaje, mantenido una conmovedora química con Webb, en este sentido resulta turbadora la escena en que el hijo le hace creer al padre están frente a un acantilado.
En su desarrollo me resulta algo atrompicado como salta de un lado a otro, con unas elipsis un tanto mejorables. Es de esas cintas que es mejor por partes que en conjunto, que tiene algunos valles de ritmo. También me resulta muy pobre el reflejo de la guerra que hay, llega a dar pena la frugalidad de medios.
Film no apto a todos los paladares, por su ritmo lento, denso, agreste, sereno, con altibajos en su desarrollo, no es lo mismo el tempo del teatro que el del cine, y en este caso se nota que Brook prefiere dar relevancia al teatro, en la forma que se da vigor ante la cámara a las actuaciones, ello con asfixiantes (por momentos) primeros planos, para extraer lo mejor de las interpretaciones que tan bien el director sonsaca. Resultando el marco de fondo un personaje más, cual lar desnudo, con castillos frugales, playas, dunas, aridez, animales muertos, todo seco, sin vida, cuasi-hostil por donde transcurre la mayor parte del metraje, ello como alegoría de los sentimientos adustos y despojados de calor humano que asolan estos páramos estériles, con cielos blancos por donde se filtra de modo pálido los rayos de sol. Todo esto potenciado por la fenomenal fotografía del dinamarqués Henning Kristiansen (“El festín de Babette”), creando cuadros sofocantes de hosquedad en las tomas generales inundadas de luz blanca, con secuencias tan impactantes como la tormenta, con barridos tan desabridos como la toma de los rostros durante los créditos iniciales, con extasiantes zooms, donde la música extradiegética es inexistente paras dar más sensación de aislamiento.
La historia, es la de un legendario rey bretón, anterior al imperio romano, que decide repartir el reino entre sus tres hijas, para ello les pide que le expliquen cuanto le quieren, y según su respuesta será más o menos generoso. Las dos hijas mayores le adulan y exageran, mientras que la sincera hija menor le viene a decir que le quiere “como a un padre”, lo cual enfada mucho al rey, quien la deshereda. A partir de ahí los personajes se dividen en traidores y leales al rey, y se van juntando y separando en distintas aventuras, hasta el trágico final.
Es una producción que realza al elenco actoral dejando despojado de vida los fondos, para que en primer plano realzar las (irregulares) actuaciones, destacando sobre todo la fascinante encarnación de Paul Scofield como el infausto Rey Lear, físicamente Ernst Hemingway con esa barba blanca, con esos enormes y expresivos ojos, tiene un arco de desarrollo muy marcado en su intensa expresividad, un ser que comenzamos viéndolo como un coloso arrogante, y va descendiendo por la pendiente anímica, hasta desembocar en la locura. Fabuloso en sus monólogos, en su fuerza dramática; Anne-Lise Gabold da vida a Cordelia, la hija más pura de sentimientos de Lear, le falta presencia a loa actriz, le falta punch para dar réplica a Scofield; Irene Worth como la brutal Goneril, es una actuación algo baja para lo que se espera del personaje, igual fue errado su casting, adolece de la fuerza que requiere su rol; Jack MacGowran como el bufón resulta muy bueno, con gran frescura y garra mordaz; Susan Engel como la cruel Regan, da vigor a su personaje; Alan Webb como el duque de Gloucester da muestras de su energía patética, emociona su padecimiento; Robert Langdon-Lloyd como Edgar, imprime arrojo y garra a su valiente personaje, mantenido una conmovedora química con Webb, en este sentido resulta turbadora la escena en que el hijo le hace creer al padre están frente a un acantilado.
En su desarrollo me resulta algo atrompicado como salta de un lado a otro, con unas elipsis un tanto mejorables. Es de esas cintas que es mejor por partes que en conjunto, que tiene algunos valles de ritmo. También me resulta muy pobre el reflejo de la guerra que hay, llega a dar pena la frugalidad de medios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Film que en su final me recuerda bastante a “Hamlet” por la bacanal de muerte familiar, donde mueren uno tras otro, las tres hijas (por diferentes motivos: ejecución, asesinato, suicidio [un tanto extraño como se revienta la cabeza contra una roca), los yernos, y el Rey Lear, que con su fallecimeinto la pantalla se fuende en blanco.
Ha habido al menos una docena de adaptaciones cinematográficas de King Lear, incluidas dos en los días del cine mudo. La primera producción de la era del sonido en realidad se realizó para televisión, una transmisión en vivo de 1953 que formaba parte de CBS Omnibus serie. Orson Welles interpretó el papel principal en una versión reducida de 73 minutos. Luego vino el doble largometraje teatral de 1971, la película de Peter Brook discutida anteriormente y la gran interpretación de Grigori Kozintsev. Las cinco representaciones clásicas de la obra que siguieron se hicieron para televisión, incluida una producción de PBS Great Performances de 1974 con James Earl Jones, una transmisión de BBC Classic Shakespeare de 1982 con Michael Hordern, un especial de televisión de Granada de 1983 con Laurence Olivier, una BBC Performance de 1998 episodio con Ian Holm y un registro de Channel Four de 2008 de la actuación de Ian McKellen. Hay, por supuesto, varias adaptaciones no canónicas, imágenes como la epopeya japonesa medieval Ran del director Akira Kurosawa.(1985), el épicamente horrible King Lear: Fear and Loathing (1987) de Jean Luc Godard, el intenso drama familiar agrícola de Jocelyn Moorhouse A Thousand Acres (1997), el drama de supervivencia en el desierto de Kristian Levring The King Is Alive (2000), la moderna mafia de Liverpool de Don Boyd el drama My Kingdom (2001) y el western de Ull Edel The King of Texas (2002). Actualmente en “cambio” (habla comercial de “no va a suceder pronto”) se anunciaron previamente producciones cinematográficas de King Learcon Anthony Hopkins (2009) y Al Pacino (2012). Desde entonces, Canadá ha aceptado el desafío. A principios de este año, el Festival Stratford de Ontario inauguró su serie HD (un proyecto para preservar sus mejores producciones para la pantalla grande) con el estreno en febrero de King Lear de 157 minutos protagonizada por Colm Feore.
Me queda una apreciable adaptación, con sus tarillas, pero donde brilla con luz propia Paul Scofield. Gloria Ucrania!!!
Ha habido al menos una docena de adaptaciones cinematográficas de King Lear, incluidas dos en los días del cine mudo. La primera producción de la era del sonido en realidad se realizó para televisión, una transmisión en vivo de 1953 que formaba parte de CBS Omnibus serie. Orson Welles interpretó el papel principal en una versión reducida de 73 minutos. Luego vino el doble largometraje teatral de 1971, la película de Peter Brook discutida anteriormente y la gran interpretación de Grigori Kozintsev. Las cinco representaciones clásicas de la obra que siguieron se hicieron para televisión, incluida una producción de PBS Great Performances de 1974 con James Earl Jones, una transmisión de BBC Classic Shakespeare de 1982 con Michael Hordern, un especial de televisión de Granada de 1983 con Laurence Olivier, una BBC Performance de 1998 episodio con Ian Holm y un registro de Channel Four de 2008 de la actuación de Ian McKellen. Hay, por supuesto, varias adaptaciones no canónicas, imágenes como la epopeya japonesa medieval Ran del director Akira Kurosawa.(1985), el épicamente horrible King Lear: Fear and Loathing (1987) de Jean Luc Godard, el intenso drama familiar agrícola de Jocelyn Moorhouse A Thousand Acres (1997), el drama de supervivencia en el desierto de Kristian Levring The King Is Alive (2000), la moderna mafia de Liverpool de Don Boyd el drama My Kingdom (2001) y el western de Ull Edel The King of Texas (2002). Actualmente en “cambio” (habla comercial de “no va a suceder pronto”) se anunciaron previamente producciones cinematográficas de King Learcon Anthony Hopkins (2009) y Al Pacino (2012). Desde entonces, Canadá ha aceptado el desafío. A principios de este año, el Festival Stratford de Ontario inauguró su serie HD (un proyecto para preservar sus mejores producciones para la pantalla grande) con el estreno en febrero de King Lear de 157 minutos protagonizada por Colm Feore.
Me queda una apreciable adaptación, con sus tarillas, pero donde brilla con luz propia Paul Scofield. Gloria Ucrania!!!