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Voto de TOM REGAN:
9
7,7
24.207
Aventuras. Drama
"Papillon", un hombre condenado por asesinato, es enviado a un penal de la Guayana francesa. Durante el viaje en barco, conoce a Luis Dega, falsificador de Bonos de la Defensa Nacional, un hombre débil, al que "Papillon" ofrece protección a cambio del dinero que necesita para huir de la cárcel. (FILMAFFINITY)
5 de enero de 2024
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
347/20(22/12/23) Potente drama que con el tiempo se ha convertido en un clásico carcelario, una maravillosa oda a las ansias de libertad del Hombre a los espíritus indomables, a la dignidad, una aventura épica de las que cala, habiendo lugar para un excelente canto a la amistad, el que se produce entre el protagonista y un falsificador. La he visto con motivo del 50 Aniversario de su estreno (16/12/1973). Dirige Franklin J. Shafftner, con guion del gran Dalton Trumbo (“Vacaciones en Roma” o “Spartacus”, este fue su último trabajo antes de su muerte; Trumbo se sintió identificado con Papillon por haber estado el mismo encarcelado por no delatar ante el Comité McCarthy) y Lorenzo Semple Jr. (“El último testigo” o “Los tres días del cóndor”), con contribuciones no acreditadas de William Goldman (“Dos hombres y un destino” o “La Princesa Prometida”) adaptando (libremente) la novela autobiográfica de Henri Charrière, que estuvo recluso en la caribeña infernal prisión de St. Laurent du Maroni, en la Guayana francesa (conocida como Isla del Diablo), estando de en el set de rodaje con la presencia del propio Charrière (1906-1973), quien con lujo de detalles y en la misma prisión de las mal llamadas Islas de la Salvación, pudo precisar muchas de las escenas tal y como sucedieron.
Todo con una ambientación fascinante en su realismo, gracias al fabuloso diseño de producción de Anthony Masters (“Lawrence de Arabia” o “2001”) en miscelánea con la fotografía de Fred J. Koenekamp (“El coloso en llamas” o “Patton”), con poderío hace al espectador participe del sufrimiento imperante en este avernal lugar (se rodó en Jamaica para la Isla del Diablo, con un prólogo en Hondarribia [España] haciendo las veces de la ciudad del puerto donde parten los reos), nos sentimos sudorosos, hastiados, el polvo, la suciedad, el cansancio vital, el sopor, los abusos sexuales, una inmersión fabulosa, con sus hediondos barracones, la putrefacta comida, los pantanos, los infernales calabozos de aislamiento, los mosquitos, los cocodrilos (muy realista la pelea contra el animal que vemos). Ello como sólida denuncia contra los abusos del poder, contra este sistema penal que deshumanizaba, adalides esos villanos de guardias, provocando que sobrevivir un día más era una proeza. Todo enarbolado por una actuación mayestática de Steve McQueen, secundado por un espléndido Dustin Hoffman.
Henri Charrière es un ladrón de cajas fuertes apodado "Papillon" (McQueen) por el tatuaje de una mariposa en su pecho. En Francia, es declarado culpable "injustamente" del asesinato de un proxeneta en 1933 y condenado a cadena perpetua en el sistema penal de la Guayana Francesa. En el viaje en barco, ya una ácida muestra de lo que les espera por las condiciones insalubres del trayecto marítimo, conoce a un compañero convicto, Louis Dega (Hoffman), infame falsificador y malversador que está convencido de que su esposa conseguirá su liberación. Papillon se ofrece a proteger a Dega si financia la fuga del primero una vez que lleguen a Guayana. La vida de Dega está en peligro por dos razones, pues mucha gente fue dañada al invertir en sus falsos bonos de seguridad nacional de 1928 y tiene una gran cantidad de dinero escondido en su cuerpo (¿?).
Una vez en la isla asistimos a las brutales condiciones diarias de trabajos forzados, la convivencia banal con la muerte (vemos como lanzan cuerpos de féretros a los tiburones), las decapitaciones por guillotina (la sangre salpica a la lente para hacernos el momento más horrendo), los grilletes permanentes, las enfermedades, el trabajo inhumano, de un realismo que duele. Pero aun nos espera algo peor en la reclusión de aislamiento del protagonista en un angosto calabozo, done habrá un ‘dulce’ recibimiento cuando el funcionario que supervisa el régimen de aislamiento pronuncia un discurso ante el nuevo recluso Papillon. “Aquí no pretendemos ninguna rehabilitación. No somos sacerdotes; somos procesadores. Un frigorífico procesa animales vivos para convertirlos en comestibles. Procesamos a hombres peligrosos para convertirlos en inofensivos”. Allí pasará meses de soledad, incluso en negación de luz (por negarse a dar el nombre de quien le ha hecho pasar cocos para comer), siendo aquí donde el personaje es radiografiado por sus sueños y pensamientos delirantes, donde vemos su insatisfacción por entender que ha desperdiciado su vida. Padeceremos el arco de desarrollo del personaje de modo desgarrador en su imagen y en su actitud cercana a la demencia, para ello ingeniosamente reflejado al principio cuando un preso vecino le pregunta (cuando sacan las cabezas para ser afeitados que como se ve, es una piltrafa humana). Al serle reducida a la mitrad su ya de por su exigua ración alimentaria acaba comiendo insectos, ello visto en un turbadoramente lírica secuencia en que hay una rendija de luz que aprovecha cual maná Papillon para cazar ‘manjares’.
En el metraje hay lugar para la esperanza, para el contraste de vidas, ello sobre todo en la parte paradisiaca en la colonia indígena, un canto a la vida plácida sin preocupaciones, donde el ‘amor llega de forma natural y sin ataduras. Donde se produce una extraña secuencia en que Papillon es ‘conminado’ a reproducir el tatuaje de su pecho en el del jefe de la tribu, ello ante la vigilante mirada de otros aborígenes. Tras lo que habrá un torpedo contra la ayuda a los necesitados que propugna la Iglesia Católica.
La película cubre un período de 14 años, y hábilmente el director, para hacernos sentir dentro de la acción ofrece un ritmo sereno que hace que el tiempo se dilate, pero nunca aburriendo, pues todo siempre está avanzando y con ello provocando interés, ello con algunas incisivas aceleradas catarsis como es el tramo de la huida de la enfermería rodada con una tensión fascinante en todos los pasos, primero con la gimkana hasta saltar el muro, luego por la selva esquivando disparos, el engaño del bote, la aparición del trampero,... (sigo en spoiler)
Todo con una ambientación fascinante en su realismo, gracias al fabuloso diseño de producción de Anthony Masters (“Lawrence de Arabia” o “2001”) en miscelánea con la fotografía de Fred J. Koenekamp (“El coloso en llamas” o “Patton”), con poderío hace al espectador participe del sufrimiento imperante en este avernal lugar (se rodó en Jamaica para la Isla del Diablo, con un prólogo en Hondarribia [España] haciendo las veces de la ciudad del puerto donde parten los reos), nos sentimos sudorosos, hastiados, el polvo, la suciedad, el cansancio vital, el sopor, los abusos sexuales, una inmersión fabulosa, con sus hediondos barracones, la putrefacta comida, los pantanos, los infernales calabozos de aislamiento, los mosquitos, los cocodrilos (muy realista la pelea contra el animal que vemos). Ello como sólida denuncia contra los abusos del poder, contra este sistema penal que deshumanizaba, adalides esos villanos de guardias, provocando que sobrevivir un día más era una proeza. Todo enarbolado por una actuación mayestática de Steve McQueen, secundado por un espléndido Dustin Hoffman.
Henri Charrière es un ladrón de cajas fuertes apodado "Papillon" (McQueen) por el tatuaje de una mariposa en su pecho. En Francia, es declarado culpable "injustamente" del asesinato de un proxeneta en 1933 y condenado a cadena perpetua en el sistema penal de la Guayana Francesa. En el viaje en barco, ya una ácida muestra de lo que les espera por las condiciones insalubres del trayecto marítimo, conoce a un compañero convicto, Louis Dega (Hoffman), infame falsificador y malversador que está convencido de que su esposa conseguirá su liberación. Papillon se ofrece a proteger a Dega si financia la fuga del primero una vez que lleguen a Guayana. La vida de Dega está en peligro por dos razones, pues mucha gente fue dañada al invertir en sus falsos bonos de seguridad nacional de 1928 y tiene una gran cantidad de dinero escondido en su cuerpo (¿?).
Una vez en la isla asistimos a las brutales condiciones diarias de trabajos forzados, la convivencia banal con la muerte (vemos como lanzan cuerpos de féretros a los tiburones), las decapitaciones por guillotina (la sangre salpica a la lente para hacernos el momento más horrendo), los grilletes permanentes, las enfermedades, el trabajo inhumano, de un realismo que duele. Pero aun nos espera algo peor en la reclusión de aislamiento del protagonista en un angosto calabozo, done habrá un ‘dulce’ recibimiento cuando el funcionario que supervisa el régimen de aislamiento pronuncia un discurso ante el nuevo recluso Papillon. “Aquí no pretendemos ninguna rehabilitación. No somos sacerdotes; somos procesadores. Un frigorífico procesa animales vivos para convertirlos en comestibles. Procesamos a hombres peligrosos para convertirlos en inofensivos”. Allí pasará meses de soledad, incluso en negación de luz (por negarse a dar el nombre de quien le ha hecho pasar cocos para comer), siendo aquí donde el personaje es radiografiado por sus sueños y pensamientos delirantes, donde vemos su insatisfacción por entender que ha desperdiciado su vida. Padeceremos el arco de desarrollo del personaje de modo desgarrador en su imagen y en su actitud cercana a la demencia, para ello ingeniosamente reflejado al principio cuando un preso vecino le pregunta (cuando sacan las cabezas para ser afeitados que como se ve, es una piltrafa humana). Al serle reducida a la mitrad su ya de por su exigua ración alimentaria acaba comiendo insectos, ello visto en un turbadoramente lírica secuencia en que hay una rendija de luz que aprovecha cual maná Papillon para cazar ‘manjares’.
En el metraje hay lugar para la esperanza, para el contraste de vidas, ello sobre todo en la parte paradisiaca en la colonia indígena, un canto a la vida plácida sin preocupaciones, donde el ‘amor llega de forma natural y sin ataduras. Donde se produce una extraña secuencia en que Papillon es ‘conminado’ a reproducir el tatuaje de su pecho en el del jefe de la tribu, ello ante la vigilante mirada de otros aborígenes. Tras lo que habrá un torpedo contra la ayuda a los necesitados que propugna la Iglesia Católica.
La película cubre un período de 14 años, y hábilmente el director, para hacernos sentir dentro de la acción ofrece un ritmo sereno que hace que el tiempo se dilate, pero nunca aburriendo, pues todo siempre está avanzando y con ello provocando interés, ello con algunas incisivas aceleradas catarsis como es el tramo de la huida de la enfermería rodada con una tensión fascinante en todos los pasos, primero con la gimkana hasta saltar el muro, luego por la selva esquivando disparos, el engaño del bote, la aparición del trampero,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
…los leprosos, el viaje por mar con ese sangrante momento del sajado, la tormenta marítima, la huida de los guardias por la playa, hasta la caída, sensacional.
Papillon enérgico, inteligente, fuerte, tenaz, Steve McQueen lo encarna con pasión, con frescura formidable, te lo crees, sabe emitir todo el caudal emocional que este superviviente despliega, hace que empaticemos con su odisea existencial, como en él es habitual derrocha carisma en su pose de tipo duro, impregna de vigor e ímpetu sus ansias de libertad con la que nos contagia, teniendo momentos formidables como el encuentro con la comunidad de leprosos, o en el edén de la playa con los nativos, o en esa última sonrisa, pero sobre todo en el tramo del calabozo de aislamiento, en lo que es un tour de forcé Antológico, maravilloso; Dustin Hoffman interpreta a Louie Dega, muy cercano su rol al de Ratso en “Cowboy de medianoche”, incluso con la cojera, también en un bromance, interpretación que el actor angelino borda con brillantez, desplegando fragilidad en medio de un entorno hostil, ingenio, combinada con tesón de esperanza. Entre Hoffman y McQueen hay una gran química que traspasa la pantalla con naturalidad en sus diálogos y ententes; Quizás se echen en falta papeles de secundarios con algo de enjundia, pero es que estas dos interpretaciones dejan poco lugar a meter baza, aún así las que hay cumplen con creces, como la del alcaide que presiona y tortura psicológicamente a Papillon, el doctor con el que negocia él mismo, o el preso gay.
Todo cornado por un tramo final espectacular (aunque me resulta poco creíble, en contraste con el resto del film), estupendo como se desarrolla hasta el clímax de la misma demasiado desproporcionado siento (*spoiler).
‘Compone la hermosa banda sonora original el gran Jerry Goldsmith (“Patton” o “La profecía”), con estilo sinfónico e impresionista del romanticismo tardío impregnado de un timbre exótico y medido (utilizando instrumentos de la música folclórica caribeña), se distribuyen principalmente en la segunda mitad de la película. Generalmente acompaña escenas fuera de la prisión, durante los distintos intentos de fuga del protagonista. Utilizó un enfoque melódico delicado, dominado por un tema muy pegadizo expresado en forma de vals, a menudo se tocaba utilizando un acordeón. El instrumento se asoció con el origen francés de los protagonistas. Goldsmith obtuvo su sexta nominación al Premio de la Academia a la Mejor Música Original por esta banda sonora. Fue una de las 250 bandas sonoras nominadas por el American Film Institute para las 25 mejores bandas sonoras de películas estadounidenses.’
“Somos los únicos animales que se meten cosas en el culo para sobrevivir” (Papillon)
*El final me ha sido un tanto contradictorio, pues todo me es confortable y satisfactorio, desde que vuelve Papillon a la isla. Aunque no entiendo primero porque Honduras lo devuelve a la Isla del Diablo, me falta información, y luego este nuevo status de Papillon fuera de prisión, con una cabaña con huerto y sin obligaciones de reo. Esto quizás se lo tragó de mala manera la edición, pero resta. Aunque el reencuentro con Dega es enternecedor, y como Papillon vuelve a tener esperanzas en salir de allí, implicando a Dega, siéndome muy buena esa última despedida al borde del acantilado, emocionado. El torcido de mueca viene con el salto desde el tajo, y como tenemos que creer que Papillon puede salir de allí montado en un saco de cocos en el que apenas coge, me chirría. No compensa, pero si deja buen sabor de boca esa sonrisa final de Papillon en medio del Caribe. Un narrador afirma que Papillon logró la libertad y vivió el resto de su vida como un hombre libre, mientras que la prisión finalmente se cerró. En realidad esta huida fue con otro compañero reo.
Homérica oda al espíritu de Libertad del Humano. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2024/01/papillon.html
Papillon enérgico, inteligente, fuerte, tenaz, Steve McQueen lo encarna con pasión, con frescura formidable, te lo crees, sabe emitir todo el caudal emocional que este superviviente despliega, hace que empaticemos con su odisea existencial, como en él es habitual derrocha carisma en su pose de tipo duro, impregna de vigor e ímpetu sus ansias de libertad con la que nos contagia, teniendo momentos formidables como el encuentro con la comunidad de leprosos, o en el edén de la playa con los nativos, o en esa última sonrisa, pero sobre todo en el tramo del calabozo de aislamiento, en lo que es un tour de forcé Antológico, maravilloso; Dustin Hoffman interpreta a Louie Dega, muy cercano su rol al de Ratso en “Cowboy de medianoche”, incluso con la cojera, también en un bromance, interpretación que el actor angelino borda con brillantez, desplegando fragilidad en medio de un entorno hostil, ingenio, combinada con tesón de esperanza. Entre Hoffman y McQueen hay una gran química que traspasa la pantalla con naturalidad en sus diálogos y ententes; Quizás se echen en falta papeles de secundarios con algo de enjundia, pero es que estas dos interpretaciones dejan poco lugar a meter baza, aún así las que hay cumplen con creces, como la del alcaide que presiona y tortura psicológicamente a Papillon, el doctor con el que negocia él mismo, o el preso gay.
Todo cornado por un tramo final espectacular (aunque me resulta poco creíble, en contraste con el resto del film), estupendo como se desarrolla hasta el clímax de la misma demasiado desproporcionado siento (*spoiler).
‘Compone la hermosa banda sonora original el gran Jerry Goldsmith (“Patton” o “La profecía”), con estilo sinfónico e impresionista del romanticismo tardío impregnado de un timbre exótico y medido (utilizando instrumentos de la música folclórica caribeña), se distribuyen principalmente en la segunda mitad de la película. Generalmente acompaña escenas fuera de la prisión, durante los distintos intentos de fuga del protagonista. Utilizó un enfoque melódico delicado, dominado por un tema muy pegadizo expresado en forma de vals, a menudo se tocaba utilizando un acordeón. El instrumento se asoció con el origen francés de los protagonistas. Goldsmith obtuvo su sexta nominación al Premio de la Academia a la Mejor Música Original por esta banda sonora. Fue una de las 250 bandas sonoras nominadas por el American Film Institute para las 25 mejores bandas sonoras de películas estadounidenses.’
“Somos los únicos animales que se meten cosas en el culo para sobrevivir” (Papillon)
*El final me ha sido un tanto contradictorio, pues todo me es confortable y satisfactorio, desde que vuelve Papillon a la isla. Aunque no entiendo primero porque Honduras lo devuelve a la Isla del Diablo, me falta información, y luego este nuevo status de Papillon fuera de prisión, con una cabaña con huerto y sin obligaciones de reo. Esto quizás se lo tragó de mala manera la edición, pero resta. Aunque el reencuentro con Dega es enternecedor, y como Papillon vuelve a tener esperanzas en salir de allí, implicando a Dega, siéndome muy buena esa última despedida al borde del acantilado, emocionado. El torcido de mueca viene con el salto desde el tajo, y como tenemos que creer que Papillon puede salir de allí montado en un saco de cocos en el que apenas coge, me chirría. No compensa, pero si deja buen sabor de boca esa sonrisa final de Papillon en medio del Caribe. Un narrador afirma que Papillon logró la libertad y vivió el resto de su vida como un hombre libre, mientras que la prisión finalmente se cerró. En realidad esta huida fue con otro compañero reo.
Homérica oda al espíritu de Libertad del Humano. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2024/01/papillon.html