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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
5
Acción. Aventuras Un agente secreto es destinado a encontrar una rara y valiosa droga. (FILMAFFINITY)
12 de diciembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jean Bruce, prolífico novelista más inclinado a distraer al lector que a machacarle con sesudas teorías, escribió la primera novela de Hubert Bonniseur de la Bath, su agente OSS 117, en 1949, cuatro años antes de que Ian Fleming publicara Casino Royale, el primer Bond, James Bond. De la misma forma, la primera traslación fílmica de OSS 117 ocurrió en 1957, OSS 117 no ha muerto, dirigida por el oscuro Jean Sacha, con Ivan Desny en el papel del agente y la morbosa Magali Noël como chica de turno, adelantándose en cinco años a Dr. No, inauguración de la franquicia tal vez más exitosa y longeva de la historia del Cine. Bruce escribía como un poseso, y le funcionaba de maravilla, hasta que se emplastó contra un camión en su Jaguar, que conducía a excesiva velocidad. La desconsolada viuda, que no podía permitir la extinción de la gallina de los huevos de oro, se arremangó y continuó la serie como si tal cosa, y cuando ella palmó, sus dos hijitos la sucedieron en la faena, hasta contabilizar un total de 265 entregas.
OSS 117 desapareció de la gran pantalla hasta que el avispado realizador André Hunebelle, experto en cine de aventuras y similares, decidió aprovechar el tirón de la saga Bond para resucitar al agente, encarnado por primera vez por Kerwin Mathews en 1963, OSS 117 se dechaîne, inédita en nuestro país. Mathews era tan expresivo como una bosta de vaca, pero los niños de mi generación siempre le recordaremos como el Simbad de Simbad y la princesa, maravillosa película de culto que nos abrió los ojos a otros mundos pletóricos de aventuras, monstruos y lugares embrujados. Mathews repitió en Pánico en Bangkok, y después Hunebelle le susituyó por otro soseras, Frederick Stafford, que debutó en Furia en Bahía. En 1969, Hitchcock le eligió, por motivos que se me escapan, para protagonista de Topaz, una de sus peores películas, pero eso no sirvió para encauzar una carrera más decente del actor suizo, que acabó sucumbiendo a un accidente de aviación. En puridad, tal vez no debería dar el aprobado a Furia en Bahía, pero la nostalgia, a veces, es muy dictatorial. Si bien cuenta con menos medios que un Bond, su realización es decente, las peleas están bien coreografiadas, la fotografía es bonita y, además sale Mylène Demongeot, la gatita ronroneante más suculenta después de Brigitte Bardot, metro setenta de curvas y volúmenes, coronados por un rostro felino de besar y no parar. Lo que se dice interpretar, pues tampoco hay mucho que hacer, pero se lo perdonamos. Stafford se muestra hiératico cual esfinge, y entre los secundarios encontramos a Raymond Pellegrin, ducho en encarnar a cornudos (aún recuerdo cómo le hacía sufrir BB en La luz de enfrente) y a viscosos traidores. Dicho lo cual, y a los acordes de la intrascendente banda sonora de Michel Magne, por mí que vayan haciendo las posteriores, no pienso perderme ni una.
A modo de epílogo, añadir que, ya adentrados en el siglo XXI, el tándem de The Artist, formado por el realizador Michel Hazanavicius y el actor Jean Dujardin, rodaron dos secuelas del personaje, en tono paródico: OSS 117: El Cairo, nido de espías (2006) y OSS 117, perdido en Río... (2009). Se conoce que ambas gozaron de gran predicamento. Lo cual parece apuntar a que, muy posiblemente, Hubert Bonisseur de la Bath todavía no ha dicho su última palabra...
Eduardo
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