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Drama
Nueva Orleans, finales del siglo XIX. Barbara Beaurevel (Ava Gardner) es una joven belleza de familia modesta que, tras heredar una gran fortuna, decide vengarse de Mark Lucas (Robert Mitchum), un médico del que está enamorada pero que ya está comprometido con otra mujer. (FILMAFFINITY)
29 de agosto de 2009
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film del realizador británico Robert Stevenson (1905-1986), conocido sobre todo por sus trabajos para la Disney (“Los hijos del capitán Grant”, “Mary Poppins”...). El guión, de Marion Parsonnet (“Gilda”, Vidor, 1946), se basa en la adaptación de Leopoldo Atlas de la novela “Carriage Entrance” (1947), de Polan Banks. Se rueda en los RKO Studios (Hollywood, CA). Producido por Polan Banks y Robert Sparks (“Nacida para el mal”, Ray, 1950) para la RKO, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 14-IV-1951 (EEUU).
La acción dramática tiene lugar en Nueva Orleans (Luisiana) hacia el final de la década de 1890. Bárbara Beaurevel (Gardner) es una muchacha de buena familia, de orígenes aristocráticos, que se enamora del médico Mark Lucas (Mitchum), investigador contratado por la Universidad de Tulane (Nueva Orleans), nacido en NY en el seno de una familia modesta. Bárbara vive en la casa de su abuela paterna, Eula Beaurevel (Watson), dominante, clasista y autoritaria, que también acoge en la casa a su sobrino Paul (Douglas), primo de Bárbara, personaje vago, cínico, astuto y manipulador. Mark es un buen investigador, vive dedicado a su trabajo, es de espíritu cosmopolita y no comparte los prejuicios sudistas, que no entiende. Bárbara es altiva, egocéntrica e insidiosa.
El film suma drama, romance y crítica social. Sobre la base de un guión breve, pero ajustado, equilibrado y bien elaborado, Stevenson construye un retrato suficientemente complejo, y de notable intensidad, sobre las características de la sociedad sudista, sus prejuicios, comportamientos y ambiciones, de finales del XIX. La abuela Eula es la figura sobre la que pivota el análisis de una sociedad, que profesa una concepción clasista anacrónica e insostenible, fuente de comportamientos intolerantes, excluyentes y marginadores respecto de las personas que no forman parte de la élite social y de su mundo cerrado y excluyente. Se añade un componente de prejuicios racistas, arraigados e inflexibles, y de prejuicios morales, que imponen conductas públicas intachables (so pena de exclusión social), y toleran licencias privadas reprobables.
El film denuncia la rigidez de las normas de conducta que limitan las relaciones de amistad, camaradería, afecto y amor a las personas de la misma clase social. Muestra en qué medida las normas restrictivas perjudican a los propios miembros de la élite, su felicidad, su futuro, su prosperidad, su progreso y lo que es más importante, la evitación de caer en procesos de decadencia y degradación en el seno de un mundo que anda por otros caminos. Los trazos rotundos con los que el realizador define el mundo aristocrático y las dinámicas que se mueven en torno al mismo, le permite componer una crítica sugestiva y convincente de las viejas costumbres, ajenas a la emergencia inexorable de los cambios sociales dependientes de nuevas necesidades colectivas y de distintas prioridades sociales.
La acción dramática tiene lugar en Nueva Orleans (Luisiana) hacia el final de la década de 1890. Bárbara Beaurevel (Gardner) es una muchacha de buena familia, de orígenes aristocráticos, que se enamora del médico Mark Lucas (Mitchum), investigador contratado por la Universidad de Tulane (Nueva Orleans), nacido en NY en el seno de una familia modesta. Bárbara vive en la casa de su abuela paterna, Eula Beaurevel (Watson), dominante, clasista y autoritaria, que también acoge en la casa a su sobrino Paul (Douglas), primo de Bárbara, personaje vago, cínico, astuto y manipulador. Mark es un buen investigador, vive dedicado a su trabajo, es de espíritu cosmopolita y no comparte los prejuicios sudistas, que no entiende. Bárbara es altiva, egocéntrica e insidiosa.
El film suma drama, romance y crítica social. Sobre la base de un guión breve, pero ajustado, equilibrado y bien elaborado, Stevenson construye un retrato suficientemente complejo, y de notable intensidad, sobre las características de la sociedad sudista, sus prejuicios, comportamientos y ambiciones, de finales del XIX. La abuela Eula es la figura sobre la que pivota el análisis de una sociedad, que profesa una concepción clasista anacrónica e insostenible, fuente de comportamientos intolerantes, excluyentes y marginadores respecto de las personas que no forman parte de la élite social y de su mundo cerrado y excluyente. Se añade un componente de prejuicios racistas, arraigados e inflexibles, y de prejuicios morales, que imponen conductas públicas intachables (so pena de exclusión social), y toleran licencias privadas reprobables.
El film denuncia la rigidez de las normas de conducta que limitan las relaciones de amistad, camaradería, afecto y amor a las personas de la misma clase social. Muestra en qué medida las normas restrictivas perjudican a los propios miembros de la élite, su felicidad, su futuro, su prosperidad, su progreso y lo que es más importante, la evitación de caer en procesos de decadencia y degradación en el seno de un mundo que anda por otros caminos. Los trazos rotundos con los que el realizador define el mundo aristocrático y las dinámicas que se mueven en torno al mismo, le permite componer una crítica sugestiva y convincente de las viejas costumbres, ajenas a la emergencia inexorable de los cambios sociales dependientes de nuevas necesidades colectivas y de distintas prioridades sociales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La contraposición de lo viejo y lo nuevo, el inmovilismo y el progreso, los prejuicios y la adaptación al cambio, deviene medio de reflexión, aviso y consejo en los inicios de la etapa de cambios de los años 50 del siglo pasado.
Otra parte del drama se apoya en la presencia de la maldad, vestida de codicia, egoísmo, manipulación de personas, cinismo, hipocresía y conspiraciones. Más que una guerra entre personajes, que es lo que el espectador espera en principio, el relato focaliza la atención en el análisis en profundidad de la capacidad de seducción, engaño, manipulación y corrupción humana. Por lo demás, muestra las dimensiones de hipocresías y contradicciones que justifican en ambientes puritanos e intransigentes la recepción de legados procedentes de oscuros negocios de tráfico y explotación de personas.
Ava Gardner compone un personaje complejo, que interpreta con credibilidad, energía y encanto personal. Menos acertado está Mitchum, que entrega una interpretación poco convencida, rígida e inexpresiva. Melvyn Douglas cumple con corrección su papel de persona sin prejuicios y pocos escrúpulos. Corinne (Carter), la oponente de Bárbara, aporta un papel de cara joven y simpática, sin elementos de contraste, que resuelve con notable brevedad. La película es entretenida, interesante, correcta, breve y disfrutable. Trata algunos temas que cuentan con numerosos antecedentes y similitudes en el cine anterior, como “El cartero siempre llama dos veces” (Garnet, 1946), “La heredera” (Wylder, 1949) y otros.
La banda sonora, de Frederick Hollander (“Sabrina”, Wilder, 1954), ofrece una partitura orquestal enérgica, que tiende a emerger sólo en los momentos culminantes, para permanecer como fondo tenue la mayor parte del tiempo. Con motivo del baile, añade un vals vienés de Johan Strauss. La fotografía, de Harry J. Wild (“Los caballeros las prefieren rubias”, Hawks, 1953), rinde pleitesía a la figura y al rostro de una Ava Gardner en el mejor momento de su carrera. Se beneficia de unos decorados de época elegantes y de un vestuario magnífico. Evita el juego de plano/contraplano al situar a los interlocutores en el mismo plano de modo variado e imaginativo.
Bibliografía
David Felipe ARRANZ, “Odio y orgullo”, Manga Films, Notorious Ediciones, Madrid, 2009.
Dennis SCHWARTZ, “My Forbidden Past”, ‘Rotten Tomatoes’, revisión 26-VIII-2008. www.rottentomatoes.com.
Otra parte del drama se apoya en la presencia de la maldad, vestida de codicia, egoísmo, manipulación de personas, cinismo, hipocresía y conspiraciones. Más que una guerra entre personajes, que es lo que el espectador espera en principio, el relato focaliza la atención en el análisis en profundidad de la capacidad de seducción, engaño, manipulación y corrupción humana. Por lo demás, muestra las dimensiones de hipocresías y contradicciones que justifican en ambientes puritanos e intransigentes la recepción de legados procedentes de oscuros negocios de tráfico y explotación de personas.
Ava Gardner compone un personaje complejo, que interpreta con credibilidad, energía y encanto personal. Menos acertado está Mitchum, que entrega una interpretación poco convencida, rígida e inexpresiva. Melvyn Douglas cumple con corrección su papel de persona sin prejuicios y pocos escrúpulos. Corinne (Carter), la oponente de Bárbara, aporta un papel de cara joven y simpática, sin elementos de contraste, que resuelve con notable brevedad. La película es entretenida, interesante, correcta, breve y disfrutable. Trata algunos temas que cuentan con numerosos antecedentes y similitudes en el cine anterior, como “El cartero siempre llama dos veces” (Garnet, 1946), “La heredera” (Wylder, 1949) y otros.
La banda sonora, de Frederick Hollander (“Sabrina”, Wilder, 1954), ofrece una partitura orquestal enérgica, que tiende a emerger sólo en los momentos culminantes, para permanecer como fondo tenue la mayor parte del tiempo. Con motivo del baile, añade un vals vienés de Johan Strauss. La fotografía, de Harry J. Wild (“Los caballeros las prefieren rubias”, Hawks, 1953), rinde pleitesía a la figura y al rostro de una Ava Gardner en el mejor momento de su carrera. Se beneficia de unos decorados de época elegantes y de un vestuario magnífico. Evita el juego de plano/contraplano al situar a los interlocutores en el mismo plano de modo variado e imaginativo.
Bibliografía
David Felipe ARRANZ, “Odio y orgullo”, Manga Films, Notorious Ediciones, Madrid, 2009.
Dennis SCHWARTZ, “My Forbidden Past”, ‘Rotten Tomatoes’, revisión 26-VIII-2008. www.rottentomatoes.com.