La nueva película de Teddy Chan ofrece lo que promete, una película de aventuras y fantasía correcta. Cuenta con un guión sencillo pero competente y un ritmo ágil que funciona muy bien para no perder la atención en ningún momento. Tiene buenas secuencias de acción (con algo de gore cgi incluido) y se permite ponerse cruel cuando la trama lo necesita. Además, el diseño de su mundo y criaturas, más sus simpáticos protagonistas, hacen que se vea fácilmente. Sorprendentemente, planta cara a grandes producciones de Hollywood con su presupuesto ajustado.

En resumidas cuentas, una cinta divertida que no aburre y que se disfruta como lo que es, cine de evasión.

Esa es la pregunta que me surge durante todo el visionado de la película. Esa incertidumbre, ese temor por un mal que ni siquiera es visible, ese miedo a pensar que no hay escapatoria. Poppe no escoge el plano secuencia y rueda con cámara en mano al azar, quiere que te involucres, que seas uno más en este terrible acontecimiento. Al conocer esta cinta, temí que el director se recreara en el sufrimiento para dar cierto morbo, convertir la tragedia en slasher, pero nada más lejos de la realidad. Aunque se base en un hecho real y recoja testimonios verídicos de las víctimas, Poppe recrea el suceso con respeto, haciendo su propia versión ficticia de los hechos para así no hurgar más en la herida, sería innecesario, para muchos de mal gusto. Y volviendo a la cuestión inicial, ¿qué hubiera hecho yo? No lo sé, y eso provoca un miedo totalmente real.