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Drama
Bad Blake (Jeff Bridges) es un cantante de música country que vive al margen de la sociedad, con varios fracasos matrimoniales a sus espaldas, miles de millas recorridas y que con frecuencia se refugia en el alcohol. Cuando parece que apenas hay salvación para él, aparece Jean (Maggie Gyllenhall), una reportera que descubrirá quién es el verdadero Bad, al hombre detrás del músico. (FILMAFFINITY)
10 de marzo de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sureña geografía USA siempre ha encontrado en los arruinados ídolos caídos de su propia historia americana un género expandido que, puntualmente, y al menos una vez al año, vuelve a recordárnoslo con sus leyendas. Los últimos outsider del mapa polvoriento de territorios secundarios y ambientes rurales se resisten a desaparecer, y con ellos la esencia “indie” de las estrellas country que en el cine han escrito con sus lamentos parte fundamental del poético sonido popular del hemisferio yanqui. El vaquero que lame sus heridas con alcohol y autodestrucción empieza en el western clásico (El quebrado “DUKE” de Hawks, el Eastwood de El Aventurero de medianoche, con el country nuevamente a domicilio, o el Steve McQueen de Peckinpah), y continúa a día de hoy en títulos como este.
CRAZY HEART justifica su estética decorosa de TV movie por el mero sentido de que nada debe ensombrecer el proverbial trabajo de Bridges. El actor se ata los machos para ofrecernos, como no podría ser de otra forma, un largo rosario de matices, un sincero listado de talento con el que viajamos por los lugares más desolados de la cuna del fracaso. Bad Blake intenta en el crepúsculo de su vida poner su cuenta kilómetros a cero con un amor – su ángel de la guarda - inesperado, dejando momentáneamente aparcado en alguna sucia cuneta los fantasmas del alcoholismo, y agarrando con urgencia un tren con vía rápida de redención.
Bridges se deja el alma y la garganta en los punteos desgarrados de un rol con callos en los codos de haberse pasado media existencia apoyado en las esquinadas barras de cualquier tugurio de mala muerte, y con llagas sangrantes a juego con diarreas de whisky o borbotones de amargura en destartalados moteles de carretera. La película del debutante Scott Cooper es un claro ejemplo del tributo manifiesto al deber interpretativo, y no hay casualidad en la veterana presencia de Robert Duvall - uno de los abundantes productores del film - años después de su papel en Gracias y Favores (por la que también ganaría un Oscar al mejor actor), la cual es mucho más que un modelo para Cooper.
Corazón rebelde es, incluso con un itinerario de sobras conocido, una simpática road movie que no tropieza con el sobrepeso moral del melodrama lacrimógeno, y que nos mantiene con deferencia prolongada a ras de un artista musical, Blake/Bridges, maravilloso.
CRAZY HEART justifica su estética decorosa de TV movie por el mero sentido de que nada debe ensombrecer el proverbial trabajo de Bridges. El actor se ata los machos para ofrecernos, como no podría ser de otra forma, un largo rosario de matices, un sincero listado de talento con el que viajamos por los lugares más desolados de la cuna del fracaso. Bad Blake intenta en el crepúsculo de su vida poner su cuenta kilómetros a cero con un amor – su ángel de la guarda - inesperado, dejando momentáneamente aparcado en alguna sucia cuneta los fantasmas del alcoholismo, y agarrando con urgencia un tren con vía rápida de redención.
Bridges se deja el alma y la garganta en los punteos desgarrados de un rol con callos en los codos de haberse pasado media existencia apoyado en las esquinadas barras de cualquier tugurio de mala muerte, y con llagas sangrantes a juego con diarreas de whisky o borbotones de amargura en destartalados moteles de carretera. La película del debutante Scott Cooper es un claro ejemplo del tributo manifiesto al deber interpretativo, y no hay casualidad en la veterana presencia de Robert Duvall - uno de los abundantes productores del film - años después de su papel en Gracias y Favores (por la que también ganaría un Oscar al mejor actor), la cual es mucho más que un modelo para Cooper.
Corazón rebelde es, incluso con un itinerario de sobras conocido, una simpática road movie que no tropieza con el sobrepeso moral del melodrama lacrimógeno, y que nos mantiene con deferencia prolongada a ras de un artista musical, Blake/Bridges, maravilloso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
LO MEJOR: Pues lógicamente Jeff Bridges, el protagonista de Los fabulosos Baker Boys logra por fin los meritos de la industria, que tan pronto te da la espalda como te encumbra, y el reconocimiento de la Academia condecorándolo con una estatuilla, esquivada en otras cuatro ocasiones, justa y merecida. Los excelentes temas musicales compuestos por T-Bone Burnett y puestos en voz por el mismo Bridges demostrando su polivalencia con un recital imponente y sobre todo las canciones Fallin & Flying – en el dueto junto a Tommy (Colin Farrel), discípulo de Blake convertido en una estrella mediática – y especialmente la hermosa balada The Weary Kind, ganadora del Oscar en dicha categoría, una afligida composición con gotas de esperanza.
LO PEOR: El descuidado papel de Maggie Gyllenhaal y la ineficaz química entre ella y Bridges. La poca importancia dada a los secundarios donde quedan desaprovechados los nombres de Duvall – sus momentos juntos en pantalla son escasos pero imperiales - o James Keane (el agente de Bad), y la moderada puesta en escena de su director con la excepción de algunos bellos planos, con cielos abiertos, del paisaje rústico norteamericano.
LO PEOR: El descuidado papel de Maggie Gyllenhaal y la ineficaz química entre ella y Bridges. La poca importancia dada a los secundarios donde quedan desaprovechados los nombres de Duvall – sus momentos juntos en pantalla son escasos pero imperiales - o James Keane (el agente de Bad), y la moderada puesta en escena de su director con la excepción de algunos bellos planos, con cielos abiertos, del paisaje rústico norteamericano.