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Voto de Héctor A Martínez :
8
Thriller. Cine negro Un inspector de policía alcohólico se encarga de la desaparición repentina de un chico, mientras que al mismo tiempo ve cómo su hijo adolescente vuelve a su vida, tras haberse embarcado en el universo del narcotráfico.
19 de enero de 2019
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran policíaco francés, con un hilo conductor muy bien llevado y una excelente intriga que se mantiene hasta el último minuto (literal). El papel que se manda Vicent Cassel es de los mejores de su carrera: Francóis Visconti, un detective borracho, frustrado, con problemas emocionales y distante de su ex pareja y su conflictivo hijo adolescente; Sandrine Kinberlaine como Solange, la sufrida madre del adolescente desparecido, también está al nivel de Cassel y hace una actuación para premio; y Roman Duris, el tercer personaje en cuestión, hace del profesor Bellaile un personaje que odias y del que desconfías desde el primer minuto.

La desaparición del adolescente es la excusa para sacar a relucir las miserias de los tres personajes: el detective Visconti como un ser inescrupuloso, solitario y sin ninguna ética profesional; Solangel como una mujer hermosa pero envejecida por la tragedia, que evidencia falta de amor y que guarda un secreto que la consume física y emocionalmente; y el profesor Bellaile, quizá el personaje más enigmático de todos, como un hombre atrapado en un matrimonio y una paternidad que le sirven como fachada social, que lucha contra sus demonios internos y que parece ser la clave para resolver el misterio.

Lo que más resalto de esta película es la capacidad que tiene el talentoso director Érick Zonca de mantener en paralelo y en gran nivel las tres tramas en cuestión, sugiriendo de manera sutil cómo la desastrosa vida personal de Francóis repercute en la investigación y viceversa; como Solangel se consume en la tragedia; y como el profesor Bellaile sospechosamente se obsesiona con la desaparición del adolescente; todo sin menoscabo de los personajes e in-crescendo del suspense. Una absoluta virtud.

Y bueno, el final no deja indiferente a nadie. La secuencia final es un mano a mano actoral entre Cassel y Kinberlaine,en el que cuando piensas que ya está todo dicho, cuando ya te has adelantado a sacar tus conclusiones y a hacer el juicio de valor respectivo sobre el actuar de los personajes, te sacan un conejo de la chistera. Notable.
Héctor A Martínez
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