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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
7
Drama Cada mes de enero tiene lugar el mismo festival en un pequeño pueblo de Macedonia: uno de los sacerdotes de mayor rango eclesiástico lanza una cruz al agua que un grupo de hombres ha de buscar. Se dice que aquel que la encuentre tendrá para siempre buena suerte en la vida y prosperidad. Sin embargo, este año es una mujer, Petrunija (Zorica Nusheva) quien tiene la suerte de encontrarla. Dado que vive en una sociedad basada en antiguos ... [+]
17 de octubre de 2022
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En medio de la península balcánica, rodeada por Serbia, Kosovo, Bulgaria, Grecia y Albania; sin salida al mar, y con una población de poco más de dos millones, se haya Macedonia del Norte (una de las seis antiguas repúblicas que formaban Yugoslavia). En un pueblecito de este nuevo y empobrecido país vive Petrunya, una joven desorientada y con unas expectativas poco alentadoras en cuanto a trabajo; y por tanto secuestrada, muy a su pesar, en casa de unos padres ancianos, desilusionados y con la paciencia al límite. En estas pésimas circunstancias tiene lugar un episodio que cambiará la vida de la desafortunada criatura.

De forma accidental e inocente, en una sociedad anclada en el medievo, se produce un acontecimiento que pone patas arriba las convicciones tradicionalistas y religiosas de quienes nunca se hubieran planteado el protagonismo, y la rebeldía, de una mujer que se empodera milagrosamente clamando por la igualdad y libertad, que emanan del derecho de haber nacido.
Un gesto tan pequeño y autodefensivo, como el de Petrunya, será suficiente para hacer temblar las estructuras que se asientan sobre los agrietados cimientos del patriarcado más soez, que se ampara bajo el paraguas de la Iglesia Ortodoxa.

Valiente y más que razonable el reivindicativo trabajo de la activista Teona Strugar (1974); que se apoya en su hermana Labina Mitevska (actriz y productora), para gritar el "...hasta aquí hemos llegado" y reclamar, echándolo todo en el envite, no la condición de diosas para las mujeres, sino la de Dios. Después de todo, la vida la puede quitar cualquiera, pero solo ellas pueden darla.
Sinhué
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