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Voto de HeleMir:
4
5.3
8,260
Fantástico. Musical. Romance
Ariel, la más joven de las hijas del Rey Tritón y la más desafiante, desea saber más sobre el mundo más allá del mar y, mientras visita la superficie, se enamora del apuesto Príncipe Eric. Si bien las sirenas tienen prohibido interactuar con los humanos, Ariel debe seguir su corazón. Así, hace un trato con la malvada bruja del mar, Úrsula, que le da la oportunidad de experimentar la vida en la tierra, lo que pone en peligro su vida y la ... [+]
31 de mayo de 2023
40 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahí estaba yo con 4 años, sujetando la mano de mi mamá. Llegamos tarde a la peli... éramos 8 primos, llegar a la hora era imposible. Entramos rápidamente por el pasillo central y nos acomodamos en las últimas filas, no cabía un alfiler en la sala. Una enorme e intimidante sala negra, pronto entendí hacia donde tenía que mirar.
Y ahí estaba ella, con su melena color frambuesa, coleccionando objetos de mundos lejanos... Ariel, nadando entre burbujas, bajo el mar.
34 años más tarde, Disney, ávido de dinero y falto de ideas, decide sacar un remake de carne y hueso. Unas olas poderosas te dan la bienvenida en esta nueva versión, para luego sumergirte en las profundidades del océano.
"Una sirena no tiene lágrimas, por eso es mayor su sufrimiento", nos recuerda una frase sacada de la novela original. Un comienzo emocionante en el que la cámara te invita a descender en primera persona, para descubrir poco a poco una Atlántica algo insipida y sombría.
Para mis hijos la película no estuvo mal. Se enamoraron de Sebastián y de Max, medio disfrutaron el nuevo rap de Lin-Manuel Miranda... (¿qué pasó ahí Lin-Manuel?) Se sumergieron completamente en la historia, no sin notar los agujeros del guión, haciéndome preguntas sin parar: ¿Mamá, pero dónde está su mamá? ¿Por qué Úrsula es un pulpo, si es hermana de Tritón? ¿Por qué sus hermanas son todas tan distintas? ¿Son todas hijas de la misma mamá, mamá? ¿Por qué Tritón manda a un cangrejo a cuidar de su hija y no va él mismo?...
En mi caso, me resultó imposible no comparar las dos versiones. 1989 vs 2023; una película que acompañó la infancia de mi generación vs su copia de 200 millones de dólares. Así que teniendo en cuenta el listón, pero también las decepciones (todo hay que decirlo), de la primera, hablaré de esta versión live action que tanto se hizo esperar.
Empecemos por el contexto histórico-geográfico. ¿Por qué trasladar toda la trama al Caribe si ni siquiera te vas a tomar la molestia de filmar en el Caribe? Pusieron unas palmeras alrededor del castillo, creyendo que con eso bastaba, pero esas playas rocosas no nos engañan... Las escenas exteriores fueron filmadas en Cerdeña (otras en Londres). No, señores de Disney, el Caribe no se parece al Mediterráneo, por mucho reggae y salsa que pongan de fondo.
Se supone que ahora Eric vive en una isla ficticia del Caribe. Una isla imaginaria en donde funciona una monarquía absoluta, y en donde hay un castillo que resulta muy europeo, entre unos riscos muy europeos. El príncipe, europeo o no, es clavado al de 1989, pero se inventan un enredo de una adopción para justificar que su madre, la reina, sea negra. Porque parece que esta ficticia isla caribeña no fue tocada por la colonia ni la esclavitud, tampoco quedan rastros de los pueblos indígenas pre-conquista. ¿No habría sido más fácil dejar la trama tranquila en Europa? ¿O directamente no darle ningún tipo de contexto real y hacerlo todo fantasía?
Quisieron hacer una película súper incluyente y diversa, pero tanta diversidad queda forzada. Se les coló por ahí un señor japonés, criados traídos de Pakistán, señoras blancas con pinta de esclavistas repartiendo frijoles gratis en la playa... pero ¿qué pasó con la agenda "body positive"? La única con kilos de más es la mala más mala y más bruja del océano, que se vuelve talla XS para ganarse al príncipe... Uy Hollywood, me parece que ahí te pillamos, ¿no estarás escondiendo tu doble rasero de la inclusión?
Halle Bailey nos regala a una Ariel guapísima, con una sonrisa cautivadora y una voz espectacular. Su actuación, sin embargo, no acabó de convencerme. Entiendo que era un trabajo difícil hablar la mitad de la película con un pez anoréxico y la otra mitad ser muda. Las rastas están geniales, pero hicieron que el chiste de peinarse con un tenedor perdiera toda su gracia.
Sacaron la cara los roles masculinos. Javier Bardem hizo lo mejor que pudo con lo que le dieron para encarnar a Tritón. El príncipe Eric, en principio el personaje más soso de la historia, logra ser convincente. Y bueno, qué decir de Sebastián, volviendo a conquistar corazones con una de las canciones más legendarias de Disney, "Bajo el Mar".
Creo que faltó más despliegue de imaginación en cuanto a vestuario y maquillaje. Estamos en 2023, el maquillaje profesional tiene un nivelazo, pero se limitaron a abusar de la purpurina y de las sombras para ojos con brillitos, dejándole el resto al CGI.
Había leído críticas sobre los problemas de iluminación y la cosa es REAL. En la mayoría de escenas hay que hacer un esfuerzo para descifrar lo que está ocurriendo en la penumbra. Sí, vale, son las profundidades del mar, pero somos humanos a este lado de la pantalla, nuestra pupila no tiene esa capacidad de dilatación. ¿Costaba mucho subirle 3 puntitos a la exposición y a la saturación?
Opuesto a esto tenemos el brillo excesivo de las escenas diurnas sobre la superficie del mar. Cuando Tritón sale a flote dan ganas de llorar, tiene todo el sol del mediodía en la cara, unas sombras rarísimas, se marca cada gota de agua resbalando... ¡Es el rey del océano! Un poco de respeto, por favor.
¿Tanta prisa tenían por terminar la película? Un coco-loco en la playa y 3 horas más tarde la escena final habría quedado de cuento de hadas. Ah no, perdón, que en Cerdeña no hay cocos... Ah no, perdón, que ya no es un cuento de hadas...
Y ahí estaba ella, con su melena color frambuesa, coleccionando objetos de mundos lejanos... Ariel, nadando entre burbujas, bajo el mar.
34 años más tarde, Disney, ávido de dinero y falto de ideas, decide sacar un remake de carne y hueso. Unas olas poderosas te dan la bienvenida en esta nueva versión, para luego sumergirte en las profundidades del océano.
"Una sirena no tiene lágrimas, por eso es mayor su sufrimiento", nos recuerda una frase sacada de la novela original. Un comienzo emocionante en el que la cámara te invita a descender en primera persona, para descubrir poco a poco una Atlántica algo insipida y sombría.
Para mis hijos la película no estuvo mal. Se enamoraron de Sebastián y de Max, medio disfrutaron el nuevo rap de Lin-Manuel Miranda... (¿qué pasó ahí Lin-Manuel?) Se sumergieron completamente en la historia, no sin notar los agujeros del guión, haciéndome preguntas sin parar: ¿Mamá, pero dónde está su mamá? ¿Por qué Úrsula es un pulpo, si es hermana de Tritón? ¿Por qué sus hermanas son todas tan distintas? ¿Son todas hijas de la misma mamá, mamá? ¿Por qué Tritón manda a un cangrejo a cuidar de su hija y no va él mismo?...
En mi caso, me resultó imposible no comparar las dos versiones. 1989 vs 2023; una película que acompañó la infancia de mi generación vs su copia de 200 millones de dólares. Así que teniendo en cuenta el listón, pero también las decepciones (todo hay que decirlo), de la primera, hablaré de esta versión live action que tanto se hizo esperar.
Empecemos por el contexto histórico-geográfico. ¿Por qué trasladar toda la trama al Caribe si ni siquiera te vas a tomar la molestia de filmar en el Caribe? Pusieron unas palmeras alrededor del castillo, creyendo que con eso bastaba, pero esas playas rocosas no nos engañan... Las escenas exteriores fueron filmadas en Cerdeña (otras en Londres). No, señores de Disney, el Caribe no se parece al Mediterráneo, por mucho reggae y salsa que pongan de fondo.
Se supone que ahora Eric vive en una isla ficticia del Caribe. Una isla imaginaria en donde funciona una monarquía absoluta, y en donde hay un castillo que resulta muy europeo, entre unos riscos muy europeos. El príncipe, europeo o no, es clavado al de 1989, pero se inventan un enredo de una adopción para justificar que su madre, la reina, sea negra. Porque parece que esta ficticia isla caribeña no fue tocada por la colonia ni la esclavitud, tampoco quedan rastros de los pueblos indígenas pre-conquista. ¿No habría sido más fácil dejar la trama tranquila en Europa? ¿O directamente no darle ningún tipo de contexto real y hacerlo todo fantasía?
Quisieron hacer una película súper incluyente y diversa, pero tanta diversidad queda forzada. Se les coló por ahí un señor japonés, criados traídos de Pakistán, señoras blancas con pinta de esclavistas repartiendo frijoles gratis en la playa... pero ¿qué pasó con la agenda "body positive"? La única con kilos de más es la mala más mala y más bruja del océano, que se vuelve talla XS para ganarse al príncipe... Uy Hollywood, me parece que ahí te pillamos, ¿no estarás escondiendo tu doble rasero de la inclusión?
Halle Bailey nos regala a una Ariel guapísima, con una sonrisa cautivadora y una voz espectacular. Su actuación, sin embargo, no acabó de convencerme. Entiendo que era un trabajo difícil hablar la mitad de la película con un pez anoréxico y la otra mitad ser muda. Las rastas están geniales, pero hicieron que el chiste de peinarse con un tenedor perdiera toda su gracia.
Sacaron la cara los roles masculinos. Javier Bardem hizo lo mejor que pudo con lo que le dieron para encarnar a Tritón. El príncipe Eric, en principio el personaje más soso de la historia, logra ser convincente. Y bueno, qué decir de Sebastián, volviendo a conquistar corazones con una de las canciones más legendarias de Disney, "Bajo el Mar".
Creo que faltó más despliegue de imaginación en cuanto a vestuario y maquillaje. Estamos en 2023, el maquillaje profesional tiene un nivelazo, pero se limitaron a abusar de la purpurina y de las sombras para ojos con brillitos, dejándole el resto al CGI.
Había leído críticas sobre los problemas de iluminación y la cosa es REAL. En la mayoría de escenas hay que hacer un esfuerzo para descifrar lo que está ocurriendo en la penumbra. Sí, vale, son las profundidades del mar, pero somos humanos a este lado de la pantalla, nuestra pupila no tiene esa capacidad de dilatación. ¿Costaba mucho subirle 3 puntitos a la exposición y a la saturación?
Opuesto a esto tenemos el brillo excesivo de las escenas diurnas sobre la superficie del mar. Cuando Tritón sale a flote dan ganas de llorar, tiene todo el sol del mediodía en la cara, unas sombras rarísimas, se marca cada gota de agua resbalando... ¡Es el rey del océano! Un poco de respeto, por favor.
¿Tanta prisa tenían por terminar la película? Un coco-loco en la playa y 3 horas más tarde la escena final habría quedado de cuento de hadas. Ah no, perdón, que en Cerdeña no hay cocos... Ah no, perdón, que ya no es un cuento de hadas...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Se supone que esta versión de La Sirenita nos iba a mostrar una Ariel empoderada y feminista que no cae ante los encantos del primer guaperas que se le cruza por el camino. Los realizadores aseguraban que el amor romántico ya no sería el eje de la trama, poniendo por delante la determinación y el coraje de la joven sirena.
Bueno, pues todo eso que dijeron es básicamente mentira publicitaria... Y no me parece mal, si la chica se enamora, pues se enamora. Ariel se obsesiona con Eric según lo ve en el barco, como en 1989, queda loca perdida cuando le canta en la playa, como en 1989, la estatua del príncipe es su tesoro humano favorito, como en 1989...
Ahora le añadieron un twist al guión para que a Ariel se le olvide que necesita desesperadamente un beso y cambiaron la letra de "Bésala" para recordarle a Eric que "no es no". Pero la historia es la misma, solo que innecesariamente más larga. Dejad que el chico mate a Úrsula, nos han mostrado toda la película que es un crack con los barcos y al final se queda allí parado colgado de un mástil.
No pido un cambio en la historia de amor, yo qué sé, por lo menos ahora no se casan en el día 5 de su relación. Pero lo que sí creo es que Disney tenía la oportunidad de darle a la sirenita la familia que siempre le faltó. Podrían haber sacado de las cenizas a la abuela, que sí figura en la historia original de Hans Christian Andersen, o haberle regalado cierto tiempo de calidad junto a Tritón; quizás una conversación profunda con alguna de sus hermanas o un recuerdo más presente y amoroso de su madre fallecida... pero se conformaron nuevamente con jugar la carta de la doncella sola y perdida.
También tenían la oportunidad de reescribir la historia de Úrsula, de explicar el origen de su rencor, el motivo de su transformación... ahí hay una mina para cualquier guionista. Pero se conformaron nuevamente con el estereotipo de la tía bruja, gorda y fea que es mala porque sí.
Parece que lo único que este remake quería cancelar era la tez blanca de la sirena anterior, y el hecho de que los humanos comemos pescado y mariscos. Más allá del veganismo, el toque de "modernidad" que tanto promocionaron, no lo vi por ninguna parte. Pero ya sabemos lo que modernidad significa para la reciente industria cinematográfica.
Todo acaba con una lágrima deslizando por la mejilla de Ariel, demostrándonos que nuestra heroína ha conseguido el alma inmortal que buscaba en la novela original. ¿A qué precio, Sirenita? aún no sabes cuánto duele caminar en tierra firme, ni cuánto se echa de menos la vida bajo el mar.
Bueno, pues todo eso que dijeron es básicamente mentira publicitaria... Y no me parece mal, si la chica se enamora, pues se enamora. Ariel se obsesiona con Eric según lo ve en el barco, como en 1989, queda loca perdida cuando le canta en la playa, como en 1989, la estatua del príncipe es su tesoro humano favorito, como en 1989...
Ahora le añadieron un twist al guión para que a Ariel se le olvide que necesita desesperadamente un beso y cambiaron la letra de "Bésala" para recordarle a Eric que "no es no". Pero la historia es la misma, solo que innecesariamente más larga. Dejad que el chico mate a Úrsula, nos han mostrado toda la película que es un crack con los barcos y al final se queda allí parado colgado de un mástil.
No pido un cambio en la historia de amor, yo qué sé, por lo menos ahora no se casan en el día 5 de su relación. Pero lo que sí creo es que Disney tenía la oportunidad de darle a la sirenita la familia que siempre le faltó. Podrían haber sacado de las cenizas a la abuela, que sí figura en la historia original de Hans Christian Andersen, o haberle regalado cierto tiempo de calidad junto a Tritón; quizás una conversación profunda con alguna de sus hermanas o un recuerdo más presente y amoroso de su madre fallecida... pero se conformaron nuevamente con jugar la carta de la doncella sola y perdida.
También tenían la oportunidad de reescribir la historia de Úrsula, de explicar el origen de su rencor, el motivo de su transformación... ahí hay una mina para cualquier guionista. Pero se conformaron nuevamente con el estereotipo de la tía bruja, gorda y fea que es mala porque sí.
Parece que lo único que este remake quería cancelar era la tez blanca de la sirena anterior, y el hecho de que los humanos comemos pescado y mariscos. Más allá del veganismo, el toque de "modernidad" que tanto promocionaron, no lo vi por ninguna parte. Pero ya sabemos lo que modernidad significa para la reciente industria cinematográfica.
Todo acaba con una lágrima deslizando por la mejilla de Ariel, demostrándonos que nuestra heroína ha conseguido el alma inmortal que buscaba en la novela original. ¿A qué precio, Sirenita? aún no sabes cuánto duele caminar en tierra firme, ni cuánto se echa de menos la vida bajo el mar.