Un asesino mata al hermano de una doctora, y en venganza ésta le hace una operación de cambio de sexo no consentida.
La premisa de este filme tiene doble filo. Es original, y si se trata bien puede dar lugar a una buena historia.
Pero si se hace como en esta película el resultado es de vergüenza ajena.
¿Quién pensó que poniendo una barba postiza a Michelle Rodríguez parecería un hombre?
Y poner todo el rato cara de enfado no la hace mejor actriz, la convierte en la Steven Seagal femenino.
Y Sigouney Weaver no hace un personaje distinto al de los últimos 20 años.
Las escenas de acción, aparte de escasas para una cinta de Walter Hill, tampoco son una maravilla.
Total, si quieres ver a Michelle Rodríguez en pelotas, ésta es tú película. Si quieres ver un buen filme de acción, busca una del director de los años 80 ó 90.