Es uno de los pocos casos en el que el patriotismo americano está perdonado y curiosamente en este caso no resulta excesivo.

Ligeramente empalagosa la historia de amor que le suma preciados minutos de duración y le resta ritmo e intensidad sobre todo en el inicio.

La película parece otra a partir del momento en el que embarcan en el portaaviones, y se transforma en espectacular en las secuencias desde despegue hasta la llegada a china. A continuación el ritmo vuelve a bajar, pero adecuadamente para relatar el periplo de los supervivientes.