La película resulta lenta y parece que se conforma con un guión convencional, poco creativo y de mínima exigencia.
Su hermosa fotografía paisajista, la sugerente banda sonora, la presencia de C. Lee y algunos momentos de cierta inspiración cinematográfica apenas disimulan las brumas de una elocuencia a todas luces insuficiente para adaptar el texto debido a la pluma del marqués de Sade.

Suaves pinceladas de erotismo dibujan en la pantalla la firma del libertino escritor francés para que la rúbrica de J. Franco encuentre aval.
Pero no basta.