Las desnudeces del alma se implican en un juego de porfías que saltan a la pantalla con entidad propia a pesar de que la película incorpora elementos de ultratumba.
Cualquier cosa puede suceder cuando vivos y muertos comparten el mismo espacio.
F. del Villar dirige un excelente largometraje lleno de contenido relevante y le imprime vitalidad, sentido de la proporción y una enorme carga emotiva.
La tensión dramática se materializa durante toda la proyección como una fuerza que obliga al espectador a mantenerse aferrado a su butaca.
Estupenda descripción psicológica de los personajes a la que responde con maestría todo el elenco.