Los entresijos de una compleja trama conforman la urdimbre de un caso que incluso para Poirot representa un desafió de aspecto insalvable.
El episodio, en parte retrospectivo, resulta brillante, muy cuidadoso con los detalles, ofrece una ambientación exquisita y un gusto admirable en todos sus elementos formales.
La acción discurre con la magia de la naturalidad, con el encanto de la sugestión y está lleno de esa fuerza dramática que emana de la novela de A. Christie.
El excelente guión de A. Horowitz sabe trasladar máximo interés al espectador en dosis concentradas de misterio.
También es preciso resaltar la espléndida actuación de los protagonistas entre los que destaca la peculiar personalidad de D. Suchet.