Los directores del maravilloso, profundo, documentadísimo y bien ejecutado Never sleep again convierten el documental de cuatro horas en una auténtica declaración de amor a la saga iniciada por el genio entre los genios del terror, Wes Craven. Todo empieza con unos geniales créditos de plastilina vivos, divertidos y adecuados que se suceden como separatas de los capítulos de la estructura y la manifestación de Craven del por qué de Pesadilla. Todo se originó con una noticia que hoy, décadas después acaba de gestar una nueva película, Shadow people, de un diario de Laos que contaba la extraña muerte de un chico en su cama mientras dormía, en medio de una pesadilla terrible. También desvela la vivencia infantil de la que procede Freddy, de una noche en la que se asomó al callejón de su casa y contempló a un hombre siniestro que le miraba. Poco a poco van desfilando delante de la cámara los artífices y protagonistas de las pelis narrando cómo Media Line era apenas una distribuidora y cómo el poco presupuesto hizo agudizar el ingenio y las ganas de sacar el proyecto adelante.
Indispensable para todos los que como yo crecimos asustados de dormirnos y soñar con el hombre del sombrero, el guante garra y el jersey a rayas verdes y rojas.
Una auténtica maravilla.