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Voto de rouse cairos:
9
6.7
1,127
Fantástico. Drama
Al pueblo de Valerie, una muchacha de catorce años que vive con su abuela, llega una compañía de cómicos ambulantes, entre los que se encuentra un hombre capaz de las más diversas metamorfosis. (FILMAFFINITY)
30 de agosto de 2009
49 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tan complejo como cualquier material que se compone con la sustancia de los símbolos, una forma posible de abordar este maravilloso relato cinematográfico, consiste en seguir el periplo de la jovencísima protagonista, aún sin precisar dónde termina lo real y comienza lo soñado o imaginado. Así, a un pueblito medieval rodeado de un bosque, arriban un mismo día una legión de cómicos ambulantes y una procesión religiosa. Valeria es una doncella, en el cambiante pasaje de la niñez a la adolescencia. Vive con su abuela, nunca ha conocido a sus padres y sólo ha tenido vagas referencias de ellos. En sus momentos de ensueño invoca el amor
idealizado de Olrico, un joven misterioso que roba sus aros con forma de pendientes, emblema de sensualidad que su abuela le impide usar, alegando que no tiene la edad suficiente.
Valeria reza y teme, de acuerdo con un mundo de prohibiciones y misterios impuestos por su educación, pero también observa curiosamente al mundo que la rodea. Sueña, imagina y fundamentalmente desea. Los exteriores conforman un espacio edénico y silvestre, alejado del mundo urbano. Una naturaleza poblada de seres reales e irreales, donde la mirada de la joven descubre la vitalidad erótica de las robustas mujeres que lavan la ropa en el río y de un leñador-fauno que las corteja. Ella a su vez es hostigada por vampiros, hurones y misioneros lujuriosos, de los que suele rescatarla el personaje de Olrico que a veces llega hasta ella deslizándose por techos de cristal o enviándole cartas de amor con pájaros mensajeros. Luego de una serie de revelaciones, peligros y resurrecciones, Valeria abandonará su blanco cuarto adolescente para acostarse a dormir gozosamente en una gigante cuna, también blanca pero enclavada en el medio del bosque, mientras los personajes exteriores parecen arrullarla tanto como la envolvente canción de cuna de la banda sonora. Una gran alegoría que dibuja una gran pintura de sus cambios físicos y espirituales, ya que, más allá de su "formato", esta encantadora obra del realizador checo Jaromil Jires es básicamente un relato sobre el despertar a la vida de una adolescente, narrado como una alegoría embriagadora de belleza y ambigüedad.
idealizado de Olrico, un joven misterioso que roba sus aros con forma de pendientes, emblema de sensualidad que su abuela le impide usar, alegando que no tiene la edad suficiente.
Valeria reza y teme, de acuerdo con un mundo de prohibiciones y misterios impuestos por su educación, pero también observa curiosamente al mundo que la rodea. Sueña, imagina y fundamentalmente desea. Los exteriores conforman un espacio edénico y silvestre, alejado del mundo urbano. Una naturaleza poblada de seres reales e irreales, donde la mirada de la joven descubre la vitalidad erótica de las robustas mujeres que lavan la ropa en el río y de un leñador-fauno que las corteja. Ella a su vez es hostigada por vampiros, hurones y misioneros lujuriosos, de los que suele rescatarla el personaje de Olrico que a veces llega hasta ella deslizándose por techos de cristal o enviándole cartas de amor con pájaros mensajeros. Luego de una serie de revelaciones, peligros y resurrecciones, Valeria abandonará su blanco cuarto adolescente para acostarse a dormir gozosamente en una gigante cuna, también blanca pero enclavada en el medio del bosque, mientras los personajes exteriores parecen arrullarla tanto como la envolvente canción de cuna de la banda sonora. Una gran alegoría que dibuja una gran pintura de sus cambios físicos y espirituales, ya que, más allá de su "formato", esta encantadora obra del realizador checo Jaromil Jires es básicamente un relato sobre el despertar a la vida de una adolescente, narrado como una alegoría embriagadora de belleza y ambigüedad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
¿Es Valeria una estilizada historia de vampiros o un tenebroso cuento de hadas?
La sangre es un hilo conector permanente: una de las imágenes más perdurables de la película es la de una margarita donde una gota púrpura sobre las hojas blancas anuncia que Valeria ha dejado de ser una niña.
Sin embargo, la delicada voluptuosidad del film se escapa de los clisés del subgénero vampírico, para acercarse más bien a la iconografía del jardín de las delicias de Ieronimus Bosch y a las sensoriales imágenes poéticas de Rimbaud o Baudelaire. Impulsos de muerte y de vida saturan al relato de misteriosa ambigüedad.
Gestado en uno de los momentos de mayor esplendor y libertad creativa en el cine de Europa del Este, "Valeria" es impensable fuera de la nueva ola de cineastas checos –con Milos Forman, Vera Chytilová y Jaromil Jires– que se rebelaron contra las rígidas normas del realismo socialista y produjo una serie de filmes con una estética en sintonía con la cultura joven, abierta a la fantasía y al delirio visual. Valeria es el bello epígono de un movimiento que eclosionó en Checoslovaquia en los sesenta, para apagarse -lamentablemente- en la década siguiente.
La sangre es un hilo conector permanente: una de las imágenes más perdurables de la película es la de una margarita donde una gota púrpura sobre las hojas blancas anuncia que Valeria ha dejado de ser una niña.
Sin embargo, la delicada voluptuosidad del film se escapa de los clisés del subgénero vampírico, para acercarse más bien a la iconografía del jardín de las delicias de Ieronimus Bosch y a las sensoriales imágenes poéticas de Rimbaud o Baudelaire. Impulsos de muerte y de vida saturan al relato de misteriosa ambigüedad.
Gestado en uno de los momentos de mayor esplendor y libertad creativa en el cine de Europa del Este, "Valeria" es impensable fuera de la nueva ola de cineastas checos –con Milos Forman, Vera Chytilová y Jaromil Jires– que se rebelaron contra las rígidas normas del realismo socialista y produjo una serie de filmes con una estética en sintonía con la cultura joven, abierta a la fantasía y al delirio visual. Valeria es el bello epígono de un movimiento que eclosionó en Checoslovaquia en los sesenta, para apagarse -lamentablemente- en la década siguiente.