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Voto de Fej Delvahe:
10
6.8
218
Drama
En un pueblo de la costa italiana, Giovanni Basso, mejor conocido como Squarcio' (Ives Montand), es un pescador que, en el afán de ofrecer a su familia los recursos necesarios, se ha dedicado a romper las normas pescando con pequeñas bombas que él mismo arma. Pero, un accidente, generará un cambio en los agentes de aduana... y el nuevo brigada estará dispuesto a atraparlo cueste lo que le cueste. (FILMAFFINITY)
29 de agosto de 2011
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
«Resulta tan difícil vivir, casarse, tener hijos, sacarlos adelante. ¡Sí, por eso ocurren tantas cosas!»
Esta frase que el protagonista principal (Yves Montand), un pescador tramposo que utiliza explosivos para pescar con objeto de ganar más dinero y que su familia no pase necesidades, resume la filosofía entera del filme. Porque las condiciones sociales de estos marineros italianos, en un pequeño poblado de la costa bañada por el Mar Adriático, eran realmente duras, trabajosas y no les permitían nada más que sobrevivir como gente pobre. ¡Eso sí!, eran ricos al tener la mar a su lado, bellísima, el sol y la brisa medicinales, por el hecho de vivir en un lugar tranquilo y sin el infernal ruido de la civilización ansiosa. Sin embargo como nos ocurre a todos, ellos también aspiraban a probar y echarse en manos del progreso ruidoso, desquiciante y ladrón del alma o sencillez de la vida, una civilización que cuando se la conoce a fondo resulta más zarrapastrosa o despreciable que la simple pobreza pueblerina o aldeana. Esto sólo se comprende cuando se experimenta, antes no, antes todo es aspirar a vivir en ese "encanto de mierda".
La película cuenta con el actor español Francisco Rabal en un papel secundario, donde aporta su gravedad interpretativa, su credibilidad y su peso de excelente actor; Rabal transmite realismo y vitalidad marinera. Igualmente los niños de la película, transmiten un vivacidad y una intensidad tan convincente que deslumbran en su interpretación. El niño más pequeño, hijo del director Pontecorvo, hace una escena tristísima de una emoción tal que sólo años después, en 1979, quizás Rick Schroder superaría en el filme "Campeón", de Franco Zeffirelli; pero sólo quizás, porque el niño de "Prisionero del mar”, actuando en plena naturaleza abierta, con la luz, el azul y el salitre marino impregnándolo todo, nos regala un extraordinario naturalismo, que al menos para mí resulta de mayor belleza artística.
Sin duda, estamos ante una joya en bruto de la filmografía italiana, mediterránea y además mundial, debido a la historia tan entrañable y comprensiblemente universal que nos cuenta.
Fej Delvahe
Esta frase que el protagonista principal (Yves Montand), un pescador tramposo que utiliza explosivos para pescar con objeto de ganar más dinero y que su familia no pase necesidades, resume la filosofía entera del filme. Porque las condiciones sociales de estos marineros italianos, en un pequeño poblado de la costa bañada por el Mar Adriático, eran realmente duras, trabajosas y no les permitían nada más que sobrevivir como gente pobre. ¡Eso sí!, eran ricos al tener la mar a su lado, bellísima, el sol y la brisa medicinales, por el hecho de vivir en un lugar tranquilo y sin el infernal ruido de la civilización ansiosa. Sin embargo como nos ocurre a todos, ellos también aspiraban a probar y echarse en manos del progreso ruidoso, desquiciante y ladrón del alma o sencillez de la vida, una civilización que cuando se la conoce a fondo resulta más zarrapastrosa o despreciable que la simple pobreza pueblerina o aldeana. Esto sólo se comprende cuando se experimenta, antes no, antes todo es aspirar a vivir en ese "encanto de mierda".
La película cuenta con el actor español Francisco Rabal en un papel secundario, donde aporta su gravedad interpretativa, su credibilidad y su peso de excelente actor; Rabal transmite realismo y vitalidad marinera. Igualmente los niños de la película, transmiten un vivacidad y una intensidad tan convincente que deslumbran en su interpretación. El niño más pequeño, hijo del director Pontecorvo, hace una escena tristísima de una emoción tal que sólo años después, en 1979, quizás Rick Schroder superaría en el filme "Campeón", de Franco Zeffirelli; pero sólo quizás, porque el niño de "Prisionero del mar”, actuando en plena naturaleza abierta, con la luz, el azul y el salitre marino impregnándolo todo, nos regala un extraordinario naturalismo, que al menos para mí resulta de mayor belleza artística.
Sin duda, estamos ante una joya en bruto de la filmografía italiana, mediterránea y además mundial, debido a la historia tan entrañable y comprensiblemente universal que nos cuenta.
Fej Delvahe
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Hay una escena atrevida para esa década de los años cincuenta del pasado siglo XX: la muchacha hija del pescador dinamitero (Federica Ranchi), aparece andando por la playa sin camisa, cubierta de cintura para arriba sólo con su blanco sostén o prenda femenina para ceñir los pechos. En realidad Pontecorvo nos está indicando que el lugar era un paraje o playa solitaria, cercana a donde vivían apartados los miembros de esta familia de pescadores, de ahí que la joven se atreva a ir luciendo así, tranquilamente, sin temor a ser sorprendida (aunque lo será: por su novio y luego por su hermano).