El paisaje tan sereno y precioso de la carretera sobre una ladera de naturaleza irlandesa, con el autobús que lleva o trae a la estudiante rellenita desde su pueblo a Dublin o viceversa, es para mí de lo mejor de este film.

En cuanto al guión, centrado en tres chicas normales, amigas desde la época escolar, nos va retazos de la vida de cada una de ellas a partir del momento que se vuelven a encontrar cuando entran a estudiar en la misma universidad y comienzan a fraguarse un círculo de amigos, de enamoramientos, de amores, de penas amorosas, etc.

Pat O'Connor nos presenta de manera muy transparente como las personas de cultura católica, máxime a mediados del siglo pasado, estaban fuertemente condicionadas por el miedo y la culpa respecto a la carne, el sexo y las relaciones hombre-mujer. Por esto mismo causa impresión, como esta mentalidad de la población sociológicamente católica es puesta en contraste continuamente; esto lo hace por medio de las lecciones magistrales que imparte un profesor de antropología que en las clases de la universidad, quien les habla de los estudios in situ del antropólogo Bronislaw K. Malinowski, aquel famoso científico que después de muchos años viviendo con los aborígenes de las islas Trobriand (Papua y Nueva Guinea) le reveló a Occidente y al mundo entero que en aquellas sociedades indígenas, los adolescentes varones y hembras tenían relaciones sexuales desde prácticamente el inicio de la pubertad, lo cual debía ser muy gratificantes para ambos géneros pues se les veía muy felices. Claro está, dice una de las muchachas protagonistas de la película, es decir, una joven más católica irlandesa sometida a toda una educación repleta de tabues: "la suerte que tienen esos Trobriand es que no son católicos y no tienen que practicar la confesión con un cura".

Una película muy melancólica, envuelta en atmósfera de lo que fue, de lo que pudo haber sido y de mirada a un pasado que no tiene ya remedio. Muy digna de ver y notable en su conjunto.

Fej Delvahe