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San Marino San Marino · Ladera del Monte Titano
Voto de Fej Delvahe:
6
Drama En un lugar remoto dedicado al negocio de la pesca, sobrevive Hee-Jin, la propietaria. Ésta se dedica durante el día a alquilar plataformas flotantes para pescar y vender comida a los pescadores. Durante la noche les vende su cuerpo. Un día llega al lago un ex-policía llamado Huyn Shik que acaba de matar a su amante y está dispuesto a suicidarse. Hee-Jin lo impide y una extraña compenetración nace entre ambos. (FILMAFFINITY)
8 de agosto de 2007
50 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film interesante y poco más. Este director coreano, como en sus posteriores películas de "Primavera, verano, otoño, invierno..." y "El arco" aborda el inconsciente del ser humano sufriente, que se aparta a la soledad, con deseos sexuales que le inundan la mente e inmerso en profundas dificultades de comunicación y de ser al que comprendan los otros seres, y lo presenta como en otras ocasiones, sobre plataformas o barcos solitarios en medio del agua, ya de laguna, río o mar.

El surrealismo de André Bretón (Francias 1924, movimiento literario y artístico que intenta sobrepasar lo real impulsando con automatismo psíquico lo imaginario y lo irracional) parece que tiene un nuevo discípulo aventajado en este director asiático.

En la "La isla", que también se podría haber llamado "El anzuelo", "El monte de venus" o "La jodienda no tiene enmienda", el director nos congestiona surrealistamente con su obsesión por esa parte de la mujer que va más o menos desde el pubis al perineo. Y para ello recurre a escenas donde los anzuelos, los peces, la tortura a los peces y el abrir de piernas a bellas jóvenes para meterle dentro el "pescado humano masculino", entre otras particularidades, hacen gala del máximo protagonismo. La secuencia final es casi un cuadro pictórico: primero visto desde muy cerca hasta irse retirando y verlo en su perspectiva completa.

No es una película de cánones normales ni entendible a simple vista; resulta interesante de asistir a su desarrollo, pero no entusiasma como para desear retenerla en una colección de obras extraordinarias, tampoco para integrarla en el lote de las mil mejores películas de la historia del cine y mucho menos para elegirla entre las pocas pertenencias que uno pudiera llevarse a una isla desierta.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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