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España España · Santa Coloma de Gramenet
Voto de Chacal:
6
Fantástico. Ciencia ficción. Terror Los terremotos que se sienten en el centro de Corea resultan ser obra de Yongary, un monstruo prehistórico gigante que no se sabe de donde ha surgido pero que gusta de alimentarse de derivados de petróleo. Yongary está atacando las refinerías coreanas y pronto llegará a la capital... (FILMAFFINITY)
23 de mayo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La temporada 1966-1967 fue especialmente prolífica para el género del Kaiju Eiga. En estos años, los japoneses seguramente sufrirían una saturación importante de cintas de monstruos gigantes ya que todos los estudios cinematográficos del país se encargaron de producir films del estilo. La Toho se encargaba de sus entregas de Godzilla (Los monstruos del mar y El hijo de Godzilla) e Ishiro Honda dirigió joyitas como La batalla de los simios gigantes (1966) o King Kong Escapa (1967). La Daiei lo dió todo con la maravillosa trilogía del Daimajin y con sendas entregas de la tortuga Gamera: Los monstruos del fin del mundo y Gaos, el terror de la noche. Mientras, la Nikkatsu se atrevió con Gappa. El monstruo que amenaza el mundo (1967) y la Shochiku con la delirante The X from Outer Space (1967). No contentos con esto, el género vivió una explosión de éxito sin precedentes en las televisiones niponas con Ultra Q (1966) y especialmente con el primer Ultraman (1966-1967) que proveyeron de monstruos gigantes a los espectadores cada semana desde la comodidad de sus hogares. Dicha masificación del género provocó el desplome posterior del mismo con unas futuras producciones cada vez más infantiloides y de ínfimo presupuesto, una tendencia que ya se intuía desde años atrás pero que se acentuó dramáticamente desde finales de los 60 y durante los años 70. El tsunami kaiju empezó a afectar a otros países asiáticos como por ejemplo Corea del Sur. Yongary: Monster from the deep (1967) o Taekoesu Yonggary, no es el primer film del género realizado en la península si nos atenemos a la existencia de films desgraciadamente perdidos como el primer Pulgasari (1962) o Space Monster Wangmagwi (1967).

Yongary: Monster from the deep no venía a renovar el género. El film no esconde su etiqueta de exploit de sus homólogos japoneses aunque con unos resultados técnicos algo más pobres o rudimentarios. La situación en Corea a finales de los años 60 no era muy halagüeña para su población inmersa ésta en una pobreza estructural descomunal, siendo éstos en su mayoría campesinos sufriendo aún los estragos de la postguerra y sujetos a una dictadura militar. Pese a esto, en los años 60, la cinematografía coreana empezaba a despuntar con directores muy interesantes como Kim Ki-Young (La criada de 1960) o Yu Hyun-Mok (Aimless Bullet de 1961) pero ésta aún no era capaz de realizar grandes producciones. Explicamos esto porque Yongary resultó el film más caro realizado en Corea hasta el momento. El esfuerzo si bien no se nota ni por asomo en la calidad de sus efectos especiales, estando el film a la altura de los productos menores del género. Aún así son remarcables dichas intenciones de realizar un film a la altura de lo que se realizaba en Japón.
En el film, una potencia enemiga denota una bomba nuclear la cual hace provocar una serie de terremotos que se dirigen hacia Corea del Sur. Dichos terremotos son obra de Yongary, un monstruo prehistórico gigante que empieza a arrasar ciudades.

Yongary, monster from the deep (1967) viene cargado de todos los fallos típicos del Kaiju como son unos personajes muy pobres y prototípicos así como un guión lleno de sin sentidos y salidas de madre (muy divertidas, eso sí). El film viene dirigido y guionizado (junto a Yun-Sung Seo) por Kim Ki-Duk (no confundir con el director de Hierro-3) y a quien se le acreditan hasta 66 trabajos durante 1961 y 1977 entre los que se encuentran dramas o romances como Dark-Haired Youth (1966) o The Island Teacher (1967), thrillers criminales (Terminal Point de 1966), cine bélico (Special Force 124 de 1970), terror con fantasmas (The Beauty of Black Rose Castle de 1969) o incluso un melodrama musical con un doble de Elvis titulado The Singer King (1975). Un hombre prolífico, sin duda.
Volviendo a Yongary, el film se beneficia de una ajustada duración de 80 minutos consiguiendo no aburrirte en exceso gracias a la tempranera presencia del monstruo aunque no evita introducirte en muchas subtramas humanas de nulo interés y que merman tu atención. El diseño de Yongary no es que sea especialmente original y por su aspecto parece más bien salido de alguna Ultra Serie pero resulta curioso. Por lo visto fue intención del director darle al monstruo un aspecto algo más salvaje y terrorífico frente a unos diseños iniciales de carácter más infantiloide. Las escenas de destrucción contienen momentos algo hilarantes como las fallidas sobreimpresiones de los ciudadanos con el monstruo y la calidad de las maquetas no están a la altura de los films de la Toho pero cumplen en un film (muy) B como éste. La película no abandona momentos lisérgicos e infantiles como ese momento horripilante de Yongary bailando frente a un niño. Para no creérselo. Debido a la poca experiencia en producciones de este tipo, el equipo de efectos especiales surcoreano pidió ayuda a Japón. El departamento de efectos de la Toei decidió ayudar en el film, realizando el disfraz de Yongary (en base a los diseños de los coreanos) así como apoyo en la realización de algunos de los fxs.

Frente a las pobres características en conjunto del film éste alberga ciertos detalles muy interesantes (intencionados o no) que le da un valor añadido. Yongary no deja de ser una representación de los temores de la sociedad surcoreana respecto a una invasión de sus vecinos del norte y el miedo a un ataque o a una reactivación de la guerra entre los dos países. Para muestra es bastante clara la primera aparición de Yongary, surgiendo de una montaña con unas potentes luces rojas iluminando al monstruo o un momento en que la bestia se vuelve de color rojo en referencia clara al peligro comunista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chacal
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