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Voto de samuel beckett:
8
Drama Mick, de diecisiete años, no consigue encontrar trabajo. Se le ocurre entonces alistarse en el ejército, pero sus padres se oponen radicalmente. Mientras tanto empieza a salir con la dependienta de una zapatería. (FILMAFFINITY)
27 de noviembre de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mick es un chaval de 17 años que vive en Sheffield, al norte de Inglaterra y que cada 15 días tiene que pasar por la oficina del paro para cobrar un raquítico cheque de la seguridad social. Busca trabajo pero no hay trabajo, tanto él como su amigo Alan se encuentran en un callejón sin salida. Ya en la escena inicial se invita a los jóvenes pobres, mayoría en la ciudad, que se enrolen en el ejército británico, un ejército que mire usted por donde siempre encuentra alguna que otra guerra por ahí y algún que otro enemigo contra el que combatir, lo que podríamos definir como distraer la atención con "problemas" externos obviando los verdaderos problemas (internos).
La película está filmada en blanco y negro, yo más bien diría en gris o en una amplia gama de grises en paralelo a la vida y el futuro de los protagonistas. Sorprende que la carátula del film sea en color: ¿? La atmósfera es permanentemente gris, no hay sol, hay pocos rayos de luz a pesar del esfuerzo de los protagonistas por buscarlos y domina el gris oscuro del desastre económico nacional.
Los temas son habituales en las películas del gran director británico: Pobreza, paro, el amor como catalizador de situaciones difíciles, familias desestructuradas, la desesperación y frustración de toda una generación sin futuro, la situación involutiva tras casi dos años de reinado de Maggie.
Mick intenta desenvolverse con honestidad y ética (casi siempre) y resolver tres dilemas: El personal, el tema del amor y la relación de pareja, el económico (desempleado sin esperanzas) y el político (la oferta del ejército que es un caramelo envenenado).
Los actores parecen personas auténticas (quizá porque son amateurs), no parecen actuar, sinceros, directos, con un acento tan marcado que es casi imposible entenderlos (afortunadamente hay subtítulos en inglés). La cámara indaga, profundiza, ahonda, observa y Loach consigue que el espectador se cabree, tanto si está de acuerdo con sus ideas como si no. Nunca apela al sentimentalismo fácil porque profundiza y va más allá. El estilo se acerca al neorealismo italiano, siempre muy cercano al documental
Maggie, uno de esos personajes capaces de provocar guerras y llevar a millones de personas a la miseria, acabó con demencia senil, sola y atormentada, sin un solo amigo o familiar que le acompañase ni siquiera su hija o su marido que inteligentemente se largó con otra; encerrada en sí misma, ajena a la realidad, incapaz de comprender el mecanismo de un teléfono, de llamar a alguien cuando se le estropeaba el agua caliente o de usar el mando a distancia de la tele.
A pesar de vientos y tempestades Loach remarca durante muchos minutos la relación entre Mick y Karen, la dependienta de la zapatería, porque viviendo en un mundo injusto y que te lleva a la apatía, las relaciones y el Amor pueden ser el único asidero, parece querer decirnos entre líneas.
samuel beckett
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