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Mongolia Mongolia · Escala de Richter
Voto de Eric Packer:
6
Drama. Romance Laurence Alia (Melvil Poupaud) es un profesor de literatura con un trabajo estable y una sólida relación con su novia (Suzanne Clément). Sin embargo, un día decide contarles a sus amigos y seres más queridos sus planes para cambiarse de sexo. (FILMAFFINITY)
15 de diciembre de 2012
49 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es inevitable no pensar en Todd Haynes (Far From Heaven), Almodóvar (La Ley del Deseo) o Fassbinder (Ali Fear Eats The Soul), especialistas en filmar melodramas exacerbados herederos todos del trágico por excelencia, Douglas Sirk (All That Heaven Allows), durante el visionado de Laurence Anyways. Xavier Dolan narra en su tercer largometraje un cuento sobre la imposibilidad del amor como pareja, imposible por los inflexibles estándares de la sociedad pero también por el daño que se causan a sí mismos sus miembros mientras se fuerzan a permanecer juntos en una situación así: un maestro de literatura y escritor vive una vida de ensueño con su pareja, una asistente de director de cine, todo parece ir de maravilla para ambos hacia 1989 hasta que inesperadamente a él le resulta imposible seguir pretendiendo que todo está bien consigo mismo cuando siempre ha sentido que su auténtico yo es el de una mujer. Luego de la revelación sobreviene una serie incontable de momentos tópicos en la película: escenas donde hay rechazo por parte de todos ante la elección de ella de seguir al lado de su hombre-mujer, escenas de frustración y donde el mundo se les viene encima a ambos, escenas donde deciden alejarse por el bien propio, escenas donde se sienten miserables el uno sin el otro, etc. Lo mejor de Laurence Anyways es que Xavier Dolan ha conseguido que sus películas sean identificables con su marca de casa: una cautivadora estética hipster-ochentera-vintage-arty-pop que es llena de colorido, bonita, en la que presenta detalles surrealistas y momentos elaborados con gran plasticidad para el deleite sensorial del espectador. Sin embargo, hay que decirlo, lo peor es que el engolosinamiento de Dolan al crear esos momentos estéticos es su propio enemigo ya que muchas veces lo hace desviarse del camino inicial que es contar la historia lo que impide vincularnos, encontrar el pathos: ¿en serio necesitaba de casi 3 horas para contarnos una historia que en 1 hora y media hubiese quedado más que correcta?, es que la historia abarca 10 años en la relación de los protagonistas desde finales de los ochenta hasta inicios del nuevo milenio y esto lo justifica, probablemente, y, sí, son muy buenos esos momentos que en realidad parecen videoclips y caracterizan las películas de Dolan en los que acompañados de música pop a todo volumen hay eventos en cámara lenta, o esos detalles surrealistas (una mariposa emergiendo de la boca del protagonista como señal de que ha emergido del capullo su verdadero yo), pero seamos serios le hace falta mucha edición, síntesis, a esta Laurence Anyways tanta que por momentos mueve al bostezo o a revisar la hora en el reloj de pulso. Es innegable el mérito que tiene Xavier Dolan, el tan llamado enfant terrible canadiense –el otro es Jacob Tierney, que por cierto aquí hace una breve aparición–, quien a su corta edad ya ha realizado 3 largometrajes interesantes (los 2 anteriores son mejores que este) en los que ha dado esbozos de su propia, refescante y peculiar, voz autoral, pero del mismo modo hay que ver que aún se encuentra en vías de hallar la medida justa en su visión como director para que no interfiera su estética, su lenguaje cinematográfico con lo que nos quiere contar. Ah... y quien diga que esta es la mejor interpretación de Melvil Poupaud seguramente no ha visto la devastadora Le Temps Qui Reste de François Ozon.
Eric Packer
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