Emmerich se acercó, se aproximó, rozó la esencia de lo que buscaba y lamentablemente, o nuevamente, se le escapó. Stargate conceptualmente es una de las mejores ideas a nivel de ciencia ficción que se hayan tenido, lástima que las manos imprudentes hicieran caer la idea varios metros por sobre sus verdaderas posibilidades.

Algo se perdió una vez, algo en la actualidad es rescatado y mediante jeroglíficos ininteligibles y profesionales en su rango parece que una puerta a las estrellas puede llegar a abrirse prontamente. En base a una estructura lineal, tradicional de como transcurren los hechos, Stargate te mantiene atrapado a la butaca con sus devenires investigativos/argumentales. Sin saber que se busca ni lo que se encontrará, el factor sorpresa esta manejado como los mil demonios y eso hay que reconocerlo. El problema se genera cuando el misterio sale a la luz y luego de viajes interestelares con efectos singulares lo que anteriormente se nos presentaba como enigmático e inquietante de pronto...de pronto se vuelve cotidiano. La sorpresa se rompe como piñata y realmente no había tantos caramelos, o sí, solo que el director no lo vio. Quizás la franquicia de Stargate funcionaba más como serie televisiba que como entrega cinematográfica, pero no me lo termino de creer.

Arena y dioses...humanidad extraña y de incierto origen, la peli decae en su propio peso por el mérito de su misterio intrínseco frente a las luces de neón de verdades reveladas con sabor amargo.