Hay veces que es necesario dejar de buscar la obra maestra en el cine. La del encuadre perfecto u original, la del drama desgarrador que nos haga pensar. Y ha veces uno va al cine a buscar la esencia del mismo. Entretenimiento.

“Calza mis zapatos, sólo para ver qué se siente ser como yo. “
O algo parecido, es la premisa de esta película. Que lo logra en todo su recorrido. Nos sumerge en la magia de otras épocas donde una simple máquina podía hacer milagros. Nos da una idea de que alguien nos cuida, Dios, nuestro padre,…

No es una idea original, en muchas otras películas se ha explotado de diferentes maneras el cambio de personas. Pero en este caso lo logra en forma entretenida en toda su duración. Y con un final feliz como no podía ser de otra manera.

Yo estoy convencido que ver una comedia no implica reírse a carcajada. Me suena a risa vacía. Sonreímos con el corazón. Y es esto lo que produce esta película una sonrisa cómplice desde el principio al final. De tal manera que uno termina de verla, contento y llevando una sonrisa en los labios que solo refleja una sonrisa interior.

Objetivo logrado.