Mi primera crítica al maestro de maestros, y resulta que es a una de sus menos conocidas y reconocidas de su brillante trayectoria. Está evidentemente marcada por las circunstancias de su rodaje -previa a la intervención americana en la II G.M.-, y está rodada con cuatro perras. El logro del genio Ford es en este caso doble: por una parte nos introduce en la tripulación del barco, a base de penumbras y planos cortos y mucha manguera, y también refleja a la perfección las miserias y vicisitudes de una manada de lobos de mar que sólo se tienen el uno al otro.
El reparto es de gala, y especialmente brillante está Mitchell como cabecilla de la tropa. Wayne en este caso es uno más dentro del grupo, secundario hasta que llegamos a puerto.
Es fácil reconocer a varios de los acompañantes en multitud de westerns del tandem Wayne-Ford entre el fuselaje del barco.
No está entre mi top ten del maestro pero está "la mar" de bien. Y nunca mejor dicho.