Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Strhoeimniano:
10
Drama El Jaibo es un adolescente que escapa de un correccional y se reúne en el barrio con sus amigos. Unos días después, el Jaibo mata, en presencia de su amigo Pedro, al muchacho que supuestamente tuvo la culpa de que lo enviaran al reformatorio. A partir de entonces, los destinos de Pedro y el Jaibo estarán trágicamente unidos. (FILMAFFINITY)
21 de junio de 2005
77 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la primera muestra, tras “La edad de oro”, “Las Hurdes” y “Un perro andaluz” que el Luis Buñuel que había asombrado al mundo con un lenguaje propio y único seguía ahí y aún tenía mucho que contar.
La historia, coescrita con el extremeño Luis Alcoriza, uno de los mejores guionistas con los que contó, es una descarnada denuncia sobre la desigualdad, sobre esos “olvidados” cada vez más numerosos que da a luz el desarrollismo de la opulencia. Su mirada se dirige hacia la juventud, hacia ese futuro aplazado que sobrevive en un mundo cruel (la delincuencia es la única respuesta) sin más respuestas por parte del Estado que las represoras.
Su visión es desesperanzada. Es curioso compararla con otra película de la misma década que se acerca también a la juventud (en aquel momento un tema menor dentro del cine). Mientras que en “Rebelde sin causa” las respuestas violentas, todos los conflictos que se desarrollan en el film, están enraizados en el interior de los personajes y son conflictos emocionales; Buñuel opta por despejar esos tormentos y denunciar, sin ocultar ninguna carta y con una valentía irrepetible, las causas estructurales de la violencia (el tiempo dio la razón al maestro y se la quitó al N. Ray). Esta visión está tan marcada, que el espectador la comparte con los personajes (magnifico plano de Pedro, el protagonista inocente de la película, lanzando un huevo contra la cámara).
Todo esto lo hace desde la pasión. La película está llena de una tensión difícil de soportar por lo desgarradora que es la situación a la que nos acerca. Son escasos los momentos de serenidad, de placidez, pues estos pronto caen ante la injusticia arrolladora. La galería de personajes, arrastrados todos por esa espiral en la que se ven envueltos, es inolvidable. El carácter de Buñuel se palpa en cada imagen (la fotografía es de Gabriel Figueroa que colaboró en toda la etapa mejicana). Ese posicionamiento ético de situarse siempre al lado de la víctima está en “Los Olvidados” llevado al extremo máximo. Buñuel no juzga a los personajes; pero si denuncia las situaciones. Verdugos y víctimas son presentados desde una cercanía árida, tan cruda como las situaciones que muestra, sin ahorrar el maestro sus apuntes surrealistas y ese erotismo tan carnal que tienen todas sus películas.
Las interpretaciones son prodigiosas, rebosantes de un naturalismo que yo, particularmente, no volvería a ver hasta “Amores perros”; sin embargo, todos ellos son actores con una larga trayectoria en el cine mejicano: Roberto Cobo (el cruel y violento “Jaibo”), participó en casi una centena de películas; Miguel Inclán (D. Carmelo) era el típico villano del cine mejicano; pero si alguien deslumbra es Alfonso Mejía. Él interpreta a Pedro, esa flor que nace entre el estiércol y cuyo destino se unirá al de “Jaibo”. Su mirada es prodigiosa y te ata a la sinceridad e inocencia de sus palabras componiendo un personaje difícil de olvidar.
“Los olvidados” es una obra maestra imprescindible.
Strhoeimniano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow