Hay un buen guión construido en las tres cuartas partes primeras de la película que además está expresado perfectamente con imágenes por el director que parece tener una gran experiencia cinematográfica. Hay un ritmo que el espectador asume mediante la forma lineal de contar la historia, pero con perfectos cambios de escena que hacen la película ágil. Pero que pena que haya cierta concesión a una posible audiencia que no entendería que una pareja gay puede educar a un niño y por lo tanto haya que moralizar a ver si así se desprenden de su homofobia. Meter a un niño entre una pareja gay masculina es algo que se viene haciendo en los últimos años de forma frecuente y casi siempre en tono de comedia, por lo que esas películas suelen funcionar entre un público facilón, ya que el ambiente se presta a muchos chistes y anécdotas. Tocar el mismo tema y enfocarlo desde el punto de vista tan cuestionado de la adopción por parte de los homosexuales, ya es algo diferente y más difícil. La misma adopción, en si, ya es un tema difícil y por lo que se ve cuestionable, en una sociedad que no es exclusivamente gay. La película podría haber afrontado así este tema, y así lo parece al principio. Pero a pesar de que considero al director capacitado para hacerlo bien, todo se va por otros derroteros, por los de las comedias facilonas al uso americano y para ver por la tarde en casa con la familia. Es una lástima porque además el director también contaba con buenos actores.