En la presentación nos cuentan que en el Oeste poco a poco la ley se va imponiendo, los forajidos son sustituidos por los hombres de bien que son los nuevos héroes de la frontera.
Es lo que ocurre en Laramie donde al sonar un disparo todos se extrañan por su rareza. Allí impone la ley como sheriff y juez Sam Barret (Holt) que no duda en meter en la cárcel a su propio hijo, Logan (MacRae), por alteración del orden.
El problema viene cuando a continuación es acusado de homicidio y el bueno de Sam debe perseguir a su propio hijo.
Western casi policial narrado sin ritmo ni tensión dramática, con personajes que carecen de interés. Acaso las dudas del sheriff y la presencia de un enigmático impresor (Calhoun) y de la bella Janie (London).
Muchos puñetazos, buenas galopadas, persecuciones nocturnas e incluso asaltos al banco y a la diligencia. Acción, sí, pero mal integrada en la trama.
Interesante la duda planteada al Dr. Martin de atender en su clínica al presunto forajido, cosa que hace entre frascos de antisépticos en una especie de sillón para parturientas.
Cinta que no pasa de regular pese a todo.
Para aficionados al género, el resto no se pierden gran cosa.