Mal andaba la cosa para el western en los 80 pero no tanto como para perpetrar una mamarrachada como este "Polvo de oro", lujuria en el polvo, lujuria en polvo o como se le quiera llamar.
Ya lo advierte una cita del comienzo, "Al que le apetezcan contactos carnales en el polvo, morirá en el polvo". Y, claro, el guionista en un alarde de imaginación juega con el doble sentido de la palabra.
Cinta sin pies ni cabeza. Ni argumento, ni guion, ni dirección, ni interpretaciones. Si es una comedia, maldita la gracia que tiene; si una parodia, peor porque se ríen del género; si western, irreconocible pese a estar ambientado en la época en Nuevo México.
Ahora, si de lo que se trata es de mostrarnos los "encantos" de Rosita Valdés (Divine) ... como en el chiste de aquel que no sabía si tirarse al tren o a la hija del maquinista.
Pues eso, mejor tirarse al tren de punta cabeza.