Que con tantos buenos, y hasta selectos ingredientes, tan pésimamente cocinados como los ha preparado Paul Schrader en "Como perros salvajes" haya logrado al final salvar mínimamente el plato, ya me parece toda una proeza. Fruto de ello el realizador se resarce un poco, solo un poco, de aquella infamia llamada "Caza al terrorista" (2014).
En "Como perros salvajes" nos encontramos: una interesante trama thriller con seductor tono de comedia negra negrísima, un plot twist central muy jugoso, Nicolas Cage y Willem Dafoe mano a mano, mucha mala baba, ese espíritu del cine de Quentin Tarantino merodeando el producto… En fin, Paul Schrader se trajo del mercado muchas delicatessen, de eso no cabe duda. Volviendo un poco a la metáfora del inicio. Pero luego el realizador en la cocina se relaja, como pensando que todo eso se cocina solo, y mira tu que por la tontería esa casi se va a la mierda esta adaptación de una novela de Edward Bunker.
A Schrader, por ejemplo, le pierde horrores su inclinación por la cháchara fútil e incesante. Paul, tu no eres Tarantino. Cuanto antes lo asumas, mejor te irá. "Como perros salvajes" además es de esas películas en las que, como no entres de primeras, luego ya ni lo intentes. De hecho, yo entré y aún así la propuesta me saturó lo suyo. Fruto seguramente también de unos personajes muy extremos siempre al borde de la parodia.
En resumidas cuentas, con la más reciente obra de Nic Cage me sucede que, como es tan complejo encontrar productos medio dignos, me hace falta muy poco para salvar determinadas películas. He colocado el listón muy bajo, lo admito. No puedo hacer otra cosa. Así que, por ello, "Como perros salvajes" se gana mi aprobado raspado.