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Drama. Intriga
Elena (Marta Nieto) perdió a su hijo Iván, de seis años, en una playa de Francia. Ahora Elena vive en esa playa y está empezando a salir de ese oscuro túnel donde ha permanecido anclada todo este tiempo... Secuela en formato largometraje del cortometraje homónimo del propio Sorogoyen. (FILMAFFINITY)
21 de noviembre de 2019
37 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Antes que nada decir que recomiendo encarecidamente ver la película en versión original, ya que si no, pierdes importantes matices del relato)
Cómo no, me veía obligado a ver el nuevo título de la filmografía de Sorogoyen. Con altas expectativas, puesto que él, junto a Isa Peña han nutrido desde hace 6 años al cine nacional con historias tan incitantes como su manera de contarlas.
El corto homónimo resulta brillante pero dota de una controversia indigna a este también brillante largometraje. El corto funciona por separado, asimismo dentro de la película. El problema está en que ambos conviven como productos individuales.
Rodrigo decide desdibujar el camino natural de continuar el corto con su mismo género (el thriller), que maneja a la perfección como ya nos mostró en sus dos últimos films. Y ponerse, ponernos, el desafío de explorar nuevos senderos como lo es el drama psicológico e intimista de Madre. Conservando su huella como director, desde los angulares a los planos secuencia.
El relato es extremadamente complejo porque así lo es la tragedia de su protagonista. No es la madre impotente del corto, nos la encontramos sin ser madre porque ni siquiera es persona. La desaparición de su hijo es un hecho más que asentado en su cabeza, diez años en ella. Diez años es la elipsis entre que vemos a Elena bajando las escaleras y el paisaje de una inmensa playa (mientras digerimos lo que ha pasado) y buscamos personajes en esa grandiosidad, durante un tiempo notable que la cámara nos ofrece. La playa y la vida, le asignan un tamaño insignificante.
La narración de toda la película es totalmente subjetiva, íntegramente desde la emoción de Elena. Está perdida, sin rumbo, y el espectador entra a viajar con ella. También nos pierde a los espectadores para sentirnos igual, con la ambigüedad…
Madre nos brinda unas interpretaciones excepcionales. Nos confirma a Brendemühl, y nos descubre a Jules Porier con una mirada con múltiples tonalidades; y a una monumental Marta Nieto (destacando su expresión corporal), que por cierto, adelgazó notablemente para meterse en situación, en ese cuerpo extenuado. Por último, el paisaje como un personaje más, espectacular, tanto por como es retratado por Álex de Pablo (impresionante secuencia la de la intrusión en la casa) como por las localizaciones...
Sin duda de las tres mejores películas españolas de 2019.
Sigo en spoiler.
Cómo no, me veía obligado a ver el nuevo título de la filmografía de Sorogoyen. Con altas expectativas, puesto que él, junto a Isa Peña han nutrido desde hace 6 años al cine nacional con historias tan incitantes como su manera de contarlas.
El corto homónimo resulta brillante pero dota de una controversia indigna a este también brillante largometraje. El corto funciona por separado, asimismo dentro de la película. El problema está en que ambos conviven como productos individuales.
Rodrigo decide desdibujar el camino natural de continuar el corto con su mismo género (el thriller), que maneja a la perfección como ya nos mostró en sus dos últimos films. Y ponerse, ponernos, el desafío de explorar nuevos senderos como lo es el drama psicológico e intimista de Madre. Conservando su huella como director, desde los angulares a los planos secuencia.
El relato es extremadamente complejo porque así lo es la tragedia de su protagonista. No es la madre impotente del corto, nos la encontramos sin ser madre porque ni siquiera es persona. La desaparición de su hijo es un hecho más que asentado en su cabeza, diez años en ella. Diez años es la elipsis entre que vemos a Elena bajando las escaleras y el paisaje de una inmensa playa (mientras digerimos lo que ha pasado) y buscamos personajes en esa grandiosidad, durante un tiempo notable que la cámara nos ofrece. La playa y la vida, le asignan un tamaño insignificante.
La narración de toda la película es totalmente subjetiva, íntegramente desde la emoción de Elena. Está perdida, sin rumbo, y el espectador entra a viajar con ella. También nos pierde a los espectadores para sentirnos igual, con la ambigüedad…
Madre nos brinda unas interpretaciones excepcionales. Nos confirma a Brendemühl, y nos descubre a Jules Porier con una mirada con múltiples tonalidades; y a una monumental Marta Nieto (destacando su expresión corporal), que por cierto, adelgazó notablemente para meterse en situación, en ese cuerpo extenuado. Por último, el paisaje como un personaje más, espectacular, tanto por como es retratado por Álex de Pablo (impresionante secuencia la de la intrusión en la casa) como por las localizaciones...
Sin duda de las tres mejores películas españolas de 2019.
Sigo en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Dentro de ese ocaso, se ilumina un faro frente a Elena, Jean. Un rostro que le genera un sentimiento que asocia a recuerdos antágonicos a su sombría vida actual. Un sentimiento que no sabemos identificar porque ella tampoco puede hacerlo. No le podemos poner nombre.
Desde ese momento va en constante persecución de ese indescriptible sentimiento.
Y se crea una relación, igualmente confusa. Ambigua, inconveniente e imprecisa.
Solo sabemos que es afectiva y saludable, los dos están mejor al estar con el otro. Pero no sabemos ni el qué ni el porqué.
Entiendo la tensión sexual como un macrocosmos de temas, porque la historia no habla de sexo, vemos que existe una tensión sexual honesta partiendo de dos puntos totalmente diferentes. Hay un desequilibrio tan grande que no podemos hablar de tensión sexual convencional.
Por todo esto la relación no se puede explicar porque no se encuentran palabras y se oculta a los demás seres que conviven con los protagonistas.
(Además, aunque fuera una amistad convencional no se entendería del todo en nuestra sociedad por la diferencia de edad.)
Sería inmoral hacer una crítica moral de la película porque perderíamos el foco de esta. Porque el tema no es el sexo, es la disolución de la locura que es malentendida para todo el mundo y hasta para el espectador.
El papel de Joseba es buenísimo, transmite ternura y protección y asume siempre la distancia que tiene que mantener con la persona a la que ama, que es una “discapacitada emocional”. Intenta poner luz donde es imposible hacerlo. Y su entrega habita en ese intento.
Lo que sí sabemos es que está relación es la única manera que tiene Elena para hablar de su problema.
El sutil beso no es la consecuencia de nada. Es un momento de agradecimiento recíproco, los dos alcanzan un resultado que es superar barreras, y llegan a la equidad. Es una disolución de problemas. Sino fuese este el único objetivo, el beso se hubiera dado en cualquiera de los momentos en los que estaban solos.
Ella consigue salvar a un niño (de sus problemas adolescentes y familiares), que puede volver a vivir con normalidad y felicidad. Algo que no pudo hacer en su momento. Y además llega a aceptar su drama y a perdonar al culpable como vemos en la acertadísima llamada final.
Como dice el director esta película va “del miedo al amor, de la oscuridad a la luz y de la muerte a la vida.”
Desde ese momento va en constante persecución de ese indescriptible sentimiento.
Y se crea una relación, igualmente confusa. Ambigua, inconveniente e imprecisa.
Solo sabemos que es afectiva y saludable, los dos están mejor al estar con el otro. Pero no sabemos ni el qué ni el porqué.
Entiendo la tensión sexual como un macrocosmos de temas, porque la historia no habla de sexo, vemos que existe una tensión sexual honesta partiendo de dos puntos totalmente diferentes. Hay un desequilibrio tan grande que no podemos hablar de tensión sexual convencional.
Por todo esto la relación no se puede explicar porque no se encuentran palabras y se oculta a los demás seres que conviven con los protagonistas.
(Además, aunque fuera una amistad convencional no se entendería del todo en nuestra sociedad por la diferencia de edad.)
Sería inmoral hacer una crítica moral de la película porque perderíamos el foco de esta. Porque el tema no es el sexo, es la disolución de la locura que es malentendida para todo el mundo y hasta para el espectador.
El papel de Joseba es buenísimo, transmite ternura y protección y asume siempre la distancia que tiene que mantener con la persona a la que ama, que es una “discapacitada emocional”. Intenta poner luz donde es imposible hacerlo. Y su entrega habita en ese intento.
Lo que sí sabemos es que está relación es la única manera que tiene Elena para hablar de su problema.
El sutil beso no es la consecuencia de nada. Es un momento de agradecimiento recíproco, los dos alcanzan un resultado que es superar barreras, y llegan a la equidad. Es una disolución de problemas. Sino fuese este el único objetivo, el beso se hubiera dado en cualquiera de los momentos en los que estaban solos.
Ella consigue salvar a un niño (de sus problemas adolescentes y familiares), que puede volver a vivir con normalidad y felicidad. Algo que no pudo hacer en su momento. Y además llega a aceptar su drama y a perdonar al culpable como vemos en la acertadísima llamada final.
Como dice el director esta película va “del miedo al amor, de la oscuridad a la luz y de la muerte a la vida.”