Haz click aquí para copiar la URL
España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
4
Drama Coronada en 1633, a los seis años, y educada como si fuera un príncipe, la Reina Cristina de Suecia fue una joven dirigente, enigmática y brillante, que combatió a las fuerzas conservadoras para revolucionar Suecia al tiempo que experimentaba el amor y exploraba su incipiente sexualidad. Huérfana de padre, que murió en la guerra, rechazada por su madre y criada en una corte luterana dominada por hombres que pensaban que no tenía otra ... [+]
14 de mayo de 2016
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
A pesar de que lleva décadas rodando y supera la veintena de títulos, no he seguido muy de cerca la carrera de Mika Kaurismäki, entre otros motivos porque, en España, no ha llegado toda su producción. Ni siquiera la de su afamado y prestigioso hermano, Aki Kaurismäki, por desgracia, tampoco es del todo conocida.
La última película de Mika Kaurismäki estrenada hasta la fecha es esta “Reina Cristina, la mujer que fue rey”, que por cierto, no entiendo el por qué eso de “la mujer que fue rey” y no reina. ¿Será por prejuicios lésbicos? ¿Un reclamo comercial intrigante, quizás?
Pero bueno, el caso es que se trata de una ambiciosa coproducción entre Finlandia, Canadá, Suecia, Francia y Alemania. Y tras verla jamás hubiera sospechado que ha costado seis millones y medio de euros. No lucen en absoluto y a mí me ha resultado una película fallida. Las razones son varias.
La primordial es que su realización es mecánica, sin ningún distintivo, con un guión que firma Michel Marc Bouchard, frío, en el que se nos describen los hechos pero sin profundizar en ningún momento en la psicología de sus personajes. Algunos de los hechos más cruciales que se nos cuentan no se detallan, perjudicando su posible lógica y otros momentos, como los “flash backs”, no ayudan, ya que parecen sacados de un culebrón televisivo. La música, aunque da el pego al seguir la línea que esta clase de películas nos tienen acostumbrados, hay veces en que nos suena a sintetizadores de antaño. La fotografía de Guy Dufaux es plana, incluso inapropiada en las escenas donde hay velas y se nota que todo está iluminado por focazos. ¿Para qué utilizar velas cuando se notan que están de adorno y encima provocan reflejos en la lente de la cámara? Y mejor no hablar del departamento de peluquería, porque ellos están más cuidados que ellas, sobre todo las jóvenes, que parece que vinieran de botellona con prisas y se “arreglaron” por su cuenta y riesgo.
Su austeridad, que podía haberse acercado al cine de Dreyer, erróneamente se pretende arrimar al cine más comercial, y evidencia el quiero y no puedo de las escenas donde se requería pompa y despliegue, pareciendo, en las escenas de pretendida solemnidad, un teatrito de aficionados con una pobre dirección artística.
Entre los actores se nota la diferencia entre las jóvenes Malin Busca, como la reina, o Sarah Gadon, y los secundarios, con más oficio que suerte, y que logran una labor más reseñable, como Michael Nykvist, Hippolyte Girardot, o Patrick Bauchau.
Película que al menos cuenta con un buen argumento, pero para eso están los documentos o los libros de Historia, para saber más sobre personajes tan curiosos como el de la reina Cristina de Suecia, en el caso de que no se quede el espectador satisfecho con lo que le hayan contado, o si porque quiere profundizar por mera curiosidad. Me sigo quedando, por ejemplo, con la versión de 1933 de Mamoulian, a pesar de su cartón piedra moleste a muchos y de las limitaciones de la época. Y no es por mitomanía hacia la Garbo. De entrada es por la simple razón de que al menos sabían lo que querían contar y en qué género enmarcarlo. Y en esta ocasión eso tampoco se ha tenido claro. Como decíamos al principio, fallida, y para mí no recomendable, aún a pesar de que su propia historia resulte atractiva.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow