"Interesante" es, sin duda, la definición de esta película. Más allá de su plasticidad, de su violencia Tarantinesca explícita y de lo atractivo de su propuesta desde el punto de vista más superficial, Asesinos Natos esconde dos elementos que la convierten en una película que todavía merece la pena, habiendo envejecido muy bien.

El primero de estos elementos está distribuido durante su primera parte, y no es más que la aplicación de una cantidad de recursos y filtros y efectos que dotan a cada escena de una particularidad única. Es como si alguien se pusiera a trastear con un programa de edición y quisiera ver qué hace cada efecto predefinido. El trabajo de montaje y postproducción es tremendo, y aunque muchos efectos se ven raros de más a día de hoy siguen teniendo el impacto que se buscaba.

El segundo de los elementos es, sin duda, toda la sátira y crítica racional que esconde Asesinos Natos. El cómo se presenta a EEUU como una fábrica de asesinos y psicópatas, y como se entra en la comedia para parodiar una situación tan obvia como es la tendencia a este tipo de personas en la sociedad norteamericana. Tarantino y Oliver Stone acaban señalando a la madre patria casi como principal culpable, y dejando en paños menores a un sistema de seguridad y a una sociedad que hasta en muchas ocasiones hace que los criminales parezcan las víctimas.

De esta manera, Asesinos Natos se disfruta como un festival de violencia sin más derivado de un primer vistazo a su sinopsis, pero sin duda guarda mucho más mensaje en su interior. De todas formas toda la última parte del motín me pareció excesiva, y sin duda me parece una película mucho mejor en su vertiente de road movie que en su vertiente de docureality. Con menos duración la hubiera disfrutado mucho más.