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Voto de davilochi:
9
6.8
453
Drama
Basada en la novela corta de Antonije Iskovic, es la obra de licenciatura en la Academia de Artes Interpretativas de Praga (FAMU) del director serbio Emir Kusturica. Por ella recibió su primer premio en el Festival de Cine checoslovaco de Karlovy Vary. Un día de 1939, un niño judío recuerda cuándo vio con su padre el Guernica de Picasso. En París se hablaba entonces mucho de los judíos, y él le había preguntado a su padre qué ... [+]
18 de octubre de 2010
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin tenemos en FilmAffinity aquella que fuera la primera obra del genial cineasta serbo-bosnio Emir Kusturica. Este trabajo es interesante por muchos motivos. En mi opinión lo más destacable es el dramatismo que sobrepasa los mismos contenidos implícitos del metraje, el director sabe expresar a la perfección la trascendencia del momento y la angustia vivida por los personajes que, por cierto, actúan a las mil maravillas. Este es un mediometraje que no debería pasar desapercibido en la filmografía del director porque en mi opinión viene a ser algo diametralmente opuesto a lo que ha venido haciendo hasta nuestros días (con excepción quizás de Café Titanic). Desde luego que no es este el estilo por el que Kusturica ha alcanzado su fama a nivel mundial, y lo cierto es que uno no puede dejar de preguntarse si no fue una pena que no ahondara en la línea que deja ver en Guernica. Aún con todo nos ha dado cosas tan buenas, un estilo de cine tan particular... Ya quisieran muchos grandes contar con una opera prima como ésta. Y es que el uso del blanco y negro crea una atmósfera verdaderamente opresiva y axfisiante. La ambientación es de 10 para mi gusto; las actuaciones, como decía, geniales: transmitiendo toda la impotencia de seres que se saben abocados a un destino fatal. Hay cierta nostalgia entre muchos intelectuales yugoslavos por la pérdida de los judíos europeos, especialmente de los suyos en particular, aquellos sefardíes a los que Andric dedicara tantas páginas y retratos. Aquí Kusturica bebe de toda una tradición y una mentalidad latente desde aquellos fatídicos años 40.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
En cualquier caso el mediometraje deja perlas bellísimas, especialmente el momento en que el padre trata de explicar a su hijo cómo se concibió el Guernica de Pablo Picasso, del cual dice que fue "un gran hombre que no temía a la oscuridad". El joven judío queda sorprendido ante la fuerza, dramatismo y expresividad de los rostros, personajes y motivos del cuadro. Ante la sorpresa de su hijo el padre dirá: "Cuando los nazis le preguntaron si lo había pintado él dijo: No fui yo, este es vuestro trabajo". En una breve frase se conserva todo el legado que el nacionalsocialismo y todo lo representado por éste dejaron al mundo: la destrucción más absoluta, tanto en lo físico como en lo mental. Desde luego que es un ejercicio de valentía el adentrarse en las oscuridades de la Historia para revelar la esencia de cada instante por medio de un ejercicio intelectual y artístico. En este sentido la adaptación de Kusturica reivindica el papel del artista y el intelectual como guía de la humanidad, como iluminador de conciencias.
Es interesante constatar el efecto causado en el niño, a quien sus padres tratarán de explicar en vano lo que está ocurriendo con los judíos en Europa, "raza" a la que él pertenece: "Nosotros somos judíos, ¿lo entiendes? Una raza inferior e impura" dice el padre quitándose las gafas y tapándose la cara con el exterior de la mano derecha. La aceptación resignada del sino de todo un pueblo que camino a la muerte sin muchas excepciones durante aquellos fatídicos años 30 y 40. Pero lo más dramático es esa aceptación de una naturaleza o identidad creada desde el exterior y no desde dentro del ser mismo, algo sólo factible por medio de las más profundas humillaciones y rechazo social: se trata del paso a considerarse uno a sí mismo desde su propia perspectiva a juzgarse y actuar en base a las creencias externas surgidas del medio social al que uno pertenece. Una de las cosas que los nazis intentaron por activa y por pasiva en paralelo a su acto eliminacionista, demonizador y deshumanizador fue convencer a las propias víctimas de que merecían lo que les ocurría. La soledad y oscuridad de la vida de esta familia judía es patente, la humillación sufrida es patente, el abandono queda más que claro. El niño deforma la realidad para hacer más patente aquello que los identifica como judíos, para poner de manifiesto la causa externa o física del rechazo sufrido por millones de ellos en todo el continente. He aquí la expresión del despropósito que fue el Holocausto.
Es interesante constatar el efecto causado en el niño, a quien sus padres tratarán de explicar en vano lo que está ocurriendo con los judíos en Europa, "raza" a la que él pertenece: "Nosotros somos judíos, ¿lo entiendes? Una raza inferior e impura" dice el padre quitándose las gafas y tapándose la cara con el exterior de la mano derecha. La aceptación resignada del sino de todo un pueblo que camino a la muerte sin muchas excepciones durante aquellos fatídicos años 30 y 40. Pero lo más dramático es esa aceptación de una naturaleza o identidad creada desde el exterior y no desde dentro del ser mismo, algo sólo factible por medio de las más profundas humillaciones y rechazo social: se trata del paso a considerarse uno a sí mismo desde su propia perspectiva a juzgarse y actuar en base a las creencias externas surgidas del medio social al que uno pertenece. Una de las cosas que los nazis intentaron por activa y por pasiva en paralelo a su acto eliminacionista, demonizador y deshumanizador fue convencer a las propias víctimas de que merecían lo que les ocurría. La soledad y oscuridad de la vida de esta familia judía es patente, la humillación sufrida es patente, el abandono queda más que claro. El niño deforma la realidad para hacer más patente aquello que los identifica como judíos, para poner de manifiesto la causa externa o física del rechazo sufrido por millones de ellos en todo el continente. He aquí la expresión del despropósito que fue el Holocausto.