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España España · Shangri-La
Voto de Echanove:
4
Drama. Cine negro Con el fin de cortar y descubrir unas infiltraciones de armas pasadas de contrabando, Javier, capitán de la Guardia Civil, se finge jornalero en La Bravía, una finca situada en la frontera y en zona sospechosa. Una noche, Javier está a punto de conseguir su cometido, pero matan a su compañero. Sigue al caballo del agresor y descubre que entra en la propiedad de Julio Rodríguez, vecino de La Bravía. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2019
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya algún tiempo que disfruté mucho con la notable y magnífica "El Ojo de Cristal" (1956), la única película que hasta la fecha había visto, que yo sepa, de Santillán, un cineasta que me sigue pareciendo tan olvidado como interesante pese a decepcionarme "Cuatro en la frontera". Y es que aunque esta coproducción de Iquino con Francia sorprende en su planteamiento y hasta fascina en algunos momentos por su originalidad y bella factura, se atasca mucho en el desarrollo de la trama, quiere contar muchas cosas y lo hace de forma bastante confusa. Y, en mi modesto juicio, falla en eso bastante el guión en que intervino De la Loma, algo atropellado y apresurado, falto de un desarrollo más pausado para construir las distintas líneas argumentales.

Ahora bien: mola y, como decía, sorprende y fascina, que estando inscrita la peli en eso que se llama "policial barcelonés" en realidad sea, sobre todo, y más que nada, un western. Casi un genuino prespaghetti en ByN de esos que hizo Romero Marchent. Este, del Subgénero hispano pirenaico. Y de frontera. Y de los de ranchos. Y que lo del maromo en el rancho acompañado de tan majas imagenes de valles y vacas le traslade y haga pensar a uno en algun momento en obras maestras como Pradera sin Ley (King Vidor, 1956), filmada solo dos años antes. Y que quién sabe si influyó algo en esta. Aunque aquí Frank Latimore no toque el ukelele (¿o era el banjo lo que tocaba Kirk Douglas?) y la música la ponga de vez en cuando Julio Riscal, al marcarse como quien no quiere la cosa una copla en el tajo en plan Antonio Molina en "Esa voz es una mina" (Luis Lucía, 1955).

Como mola también mucho Juan de Landa, que siempre aporta valor añadido a las pelis que hizo. Y que es una pena que fueran tan poquitas. De hecho, la mejor secuencia tal vez sea la de la pelea en el comedor de los empleados del rancho entre Latimore y Landa.

Después está lo del confuso McGuffin del contrabando en la frontera, ya se ha dicho. Algo a lo que ni siquiera el que Miguel Ligero esté bastante contenido y sin hacer demasiadas de sus habituales muecas contribuye mucho a aclarar. Aunque la contención en las muecas se agradezca. Interpreta el papel de un viejo contrabandista que se encuentra en la indigencia. Mas no será en el fondo, en la Cataluña de los años 50 y en la frontera con Perpignan de un veterano exmaquis de lo que quiere hablársenos?

¿Y las tensiones amorosas dentro del rancho? Lo de las cuñadas celosas prometía mucho en un principio y la secuencia de la cena con Gerard Tichy en plan Abismos de Pasión (Luis Buñuel, 1954) tiene su aquel. Luego, es parte fundamental de la historia. Pero no funciona del todo bien. Y se agosta antes de resolverse de una manera algo ramplona.

Con todo, quedo atento la espera de ver más pelis de Santillán. Aunque todas las que me restan por ver fuesen, como esta, algo fallidas, tengo la impresion de que tambien me encontraré en ellas con cosas interesantes.
Echanove
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