Pues sí, Mi bello legionario tiene momentos francamente divertidos. Enclavada en el género de comedia loca y de humor absurdo, y dirigida por el actor Marty Feldman (el rubio de un ojo para aquí y el otro para allá, el Igor de El jovencito Frankenstein), la película cuenta con gags de ésos de reirte con risa floja. Gags que quizá se salgan del argumento, nada profundo que digamos, pero que aunque sean considerados como isletas dentro de la historia, tienen bastante gracia.

La película es una parodia de las películas de aventuras de los años 30-40, tipo Gunga Din y sobre todo Beau Geste, de la cual toma el argumento para inventarse un puro delirio en el que está de por medio la inconfundible presencia de Feldman, la hermosura de Ann-Margret, a la sazón esposa de Mel Brooks, colega de Feldman, y de Michael York, uno de los peores actores de la historia del cine. Lo que en si Mi bello legionario poco tiene que decir: equívocos y situaciones vodevilescos que no constituyen el mayor atractivo de la cinta. Es decir, me río cuando Feldman, autor del guión también, se pone a parodiar escenas de la original Beau Geste (la de Feldman se llama en inglés The last remake of Beau Geste).

Y si se me apura, la película vendría a ser un antecedente más que evidente de las películas que un par de años después iniciarían los Zucker-Abrahams con Aterriza como puedas. El camino lo había iniciado de hecho Mel Brooks con esa El jovencito Frankenstein. Y Marty Feldman lo continúa con su cierta gracia.