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Voto de Jordirozsa:
6
13 de febrero de 2021
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor de esta película es su ambientación: la localización en un pequeño pueblo, al lado de un bosque con el que se evoca ya el entorno para esta historia; el entorno ideal para los duendes, las brujas malvadas, los lobos feroces... con ello ya nos ubicamos en un escenario como el de la Caperucita, Blancanieves, Hansel y Gretel...
La apacible y tranquila vida que discurriría, a no ser por los malvados monstruos que habitan una selva al más puro estilo de los cuentos de antaño, y que si no fuera por esto, sería el perfecto lugar para disfrutar de la paz y la tranquilidad de unas vacaciones en medio rural, que ahora están tan de moda.
En este idílico paraje, digno de los encuadres y la fotografía que nos lo muestra, se nos introduce de manera estremecedora la historia de unos niños que desaparecen misteriosamente entre el espesor de los árboles cuando osan adentrarse por ahí para jugar. Casi de manera espasmódica, como queriendo cortar la respiración, Jeremy Lutter nos quiere preparar para lo más terrorífico.
Y en contraste, seguido a esta casi delirante introducción, a modo del que se despierta de una pesadilla, se nos trae a la aparente tranquilidad del idílco pueblo, en el que se nos presenta la escena y a los que serán los protagonistas, de una guisa de lo más naturalista y real, casi como si nos tuviéramos que olvidar de que se trata de una peli de terror.
La calma con la que guionista y director se toman el preámbulo; la sobriedad de la descripción de los personajes, en exceso parsimoniosa; el ritmo narrativo inicial, tan lacónico... son más propios de un drama costumbrista francés, que de un angustiante film de terror. De modo que el susto del principio se convierte en casi media hora inicial de merodeo, literalmente soporífero si uno/a se pone a ver la película en plena digestión después de cenar.
Así pues, no sucede nada interesante hasta bien entrados en metraje, después de una introducción en la que se nos adentra en los problemas psicosociales de una adolescente inadaptada (Samantha), a quien parece ser que han adoptado una família cristiana (como así se observa en sus hábitos religiosos), con una hija propia (Olivia). Una especie de paréntesis, que en el contexto de esta historia resulta excesivamente tedioso. Sobretodo, por la pésima interpretación de los actores, a excepción de Jessica McLeod y Connor Stanhope, que aún salvan los muebles. El resto no resulta demasiado convincente.
Es la desaparición de Olivia (los padres habían encomendado su guarda a Samantha) durante el regreso a casa, después de estar de pendoneo con los amigos del colegio, lo que nos hace recordar el espasmoso inicio en el que algo se lleva a una niña en el bosque. Ahí empieza de nuevo la tensión, pero ya sin el empuje que prometía el comienzo.
La apacible y tranquila vida que discurriría, a no ser por los malvados monstruos que habitan una selva al más puro estilo de los cuentos de antaño, y que si no fuera por esto, sería el perfecto lugar para disfrutar de la paz y la tranquilidad de unas vacaciones en medio rural, que ahora están tan de moda.
En este idílico paraje, digno de los encuadres y la fotografía que nos lo muestra, se nos introduce de manera estremecedora la historia de unos niños que desaparecen misteriosamente entre el espesor de los árboles cuando osan adentrarse por ahí para jugar. Casi de manera espasmódica, como queriendo cortar la respiración, Jeremy Lutter nos quiere preparar para lo más terrorífico.
Y en contraste, seguido a esta casi delirante introducción, a modo del que se despierta de una pesadilla, se nos trae a la aparente tranquilidad del idílco pueblo, en el que se nos presenta la escena y a los que serán los protagonistas, de una guisa de lo más naturalista y real, casi como si nos tuviéramos que olvidar de que se trata de una peli de terror.
La calma con la que guionista y director se toman el preámbulo; la sobriedad de la descripción de los personajes, en exceso parsimoniosa; el ritmo narrativo inicial, tan lacónico... son más propios de un drama costumbrista francés, que de un angustiante film de terror. De modo que el susto del principio se convierte en casi media hora inicial de merodeo, literalmente soporífero si uno/a se pone a ver la película en plena digestión después de cenar.
Así pues, no sucede nada interesante hasta bien entrados en metraje, después de una introducción en la que se nos adentra en los problemas psicosociales de una adolescente inadaptada (Samantha), a quien parece ser que han adoptado una família cristiana (como así se observa en sus hábitos religiosos), con una hija propia (Olivia). Una especie de paréntesis, que en el contexto de esta historia resulta excesivamente tedioso. Sobretodo, por la pésima interpretación de los actores, a excepción de Jessica McLeod y Connor Stanhope, que aún salvan los muebles. El resto no resulta demasiado convincente.
Es la desaparición de Olivia (los padres habían encomendado su guarda a Samantha) durante el regreso a casa, después de estar de pendoneo con los amigos del colegio, lo que nos hace recordar el espasmoso inicio en el que algo se lleva a una niña en el bosque. Ahí empieza de nuevo la tensión, pero ya sin el empuje que prometía el comienzo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
De nuevo, el guión se regodea con el trauma emocional que le causa a Samantha la pérdida de la niña a causa de su descuido, y volvemos al drama de la adolescente atormentada por sus fantasmas del pasado (que tampoco se esclarecen demasiado, y no se sabe bién si guardan relación alguna con la trama de lo que está sucediendo), a caballo entre el rechazo de su padre adoptivo, y el consuelo que halla entre sus amigos: Logan, que aunque es el candidato a príncipe azul, parece que es la amiga del alma, Emily, la que tiene la exclusiva de la mayor confianza, y de la relación íntima.
En estas que aparece Olivia (se supone que del bosque, por lo que nos desvela el principio), como una seta... sin más. El cambio de personalidad que nos hiciera pensar que "no es ella", o que "está poseída" por algún maléfico espíritu, se desarrolla de una forma bastante torpe y con muy poca gracia: muy lejos de la angustiante dinámica de "La Profecía", donde la maldad de Damien es intuída por la madre ante la incredulidad del padre (Gregory Peck). En esta cinta ni por asomo se emula la maestría de Richard Dooner.
El comportamiento angustiado de Samantha, ante las fechorías y mal comportamiento de Olivia, aunque bién trabajado, resulta exagerado por la excesiva sutileza con la que se quiere conducir al espectador a pensar que la niña "es otra". Lejos de esto, uno podrá creer, igual que el padre adoptivo de Samantha: que ésta sufre de paranoia, si no fuese porque de antemano ya se conoce de que va la película.
El guionista se toma su tiempo, y cuando en las pesquisas de Samantha y Logan aparece la mujer que de niña quemó su casa porque a su hermana le sucede lo mismo que a Olivia, estamos a tal altura de la liga, que todo se desencadena de una forma demasiado atropellada, y se manifiesta la faceta más "gore" de la "niña encantada", que si se descuidan no deja vivo ni al apuntador: el sádico y macabro asesinato de Logan, la piscina de la sangre de Emily con la que Samantha acaba embadurnada... ; uno a uno, el monstruito se carga a todos los que creen y/o intentan ayudar a Samantha (con ello volvemos a la estrategia de "La Profecía", para causar angustia en el espectador, cosa que consigue en cierto modo). Y ahí no puede faltar el heroico sacrificio de Alison, con el que se redime de su pasado, y que por sus gritos en off se supone que muere intentando contener al monstruo, mientras Samantha escapa a cumplir su cometido de salvar a Olivia.
Con lo cual, como dicta el paradigma en este arquetipo de cuentos, Samantha, ella solita, tendrá que adentrarse en las fauces del bosque encantado para rescatar a la verdadera Olivia, a la par que el monstruo, disfrazado de la imagen de la pequeña, se revelará tal y como es a los padres).
Las almas de los niños secuestrados por los maléficos espíritus son liberadas, y la família feliz vuelve a casa. Prueba superada? La mirada de Samantha en el último fotograma, mientras acaricia a Olivia, es una de las formas más cutres de pretender un final abierto con derecho a secuela (el presupuesto lo dirá?), que de momento no he sabido encontrar hurgando por la red.
Sin hacer ninguna referencia explícita, echa mano de los mitos populares sobre espíritus y fantasmas de bosques encantados. Y se monta sus propias reglas y fórmulas para "neutralizar" al mal; no hacen falta estacas, ni balas de plata, ni agua bendita... basta con entrar en la cueva adecuada, llevarse a la niña, y pim, pam, pum... así de fácil... Una operación de salvamento, que resulta ser como un juego. De hecho, como en un cuento, a modo de hada buena, el alma de la niña secuestrada del principio de la historia, es la que conduce al éxito de la misión.
Un cuento más, en el que se nos advierte de lo peligroso que puede ser el bosque.
En estas que aparece Olivia (se supone que del bosque, por lo que nos desvela el principio), como una seta... sin más. El cambio de personalidad que nos hiciera pensar que "no es ella", o que "está poseída" por algún maléfico espíritu, se desarrolla de una forma bastante torpe y con muy poca gracia: muy lejos de la angustiante dinámica de "La Profecía", donde la maldad de Damien es intuída por la madre ante la incredulidad del padre (Gregory Peck). En esta cinta ni por asomo se emula la maestría de Richard Dooner.
El comportamiento angustiado de Samantha, ante las fechorías y mal comportamiento de Olivia, aunque bién trabajado, resulta exagerado por la excesiva sutileza con la que se quiere conducir al espectador a pensar que la niña "es otra". Lejos de esto, uno podrá creer, igual que el padre adoptivo de Samantha: que ésta sufre de paranoia, si no fuese porque de antemano ya se conoce de que va la película.
El guionista se toma su tiempo, y cuando en las pesquisas de Samantha y Logan aparece la mujer que de niña quemó su casa porque a su hermana le sucede lo mismo que a Olivia, estamos a tal altura de la liga, que todo se desencadena de una forma demasiado atropellada, y se manifiesta la faceta más "gore" de la "niña encantada", que si se descuidan no deja vivo ni al apuntador: el sádico y macabro asesinato de Logan, la piscina de la sangre de Emily con la que Samantha acaba embadurnada... ; uno a uno, el monstruito se carga a todos los que creen y/o intentan ayudar a Samantha (con ello volvemos a la estrategia de "La Profecía", para causar angustia en el espectador, cosa que consigue en cierto modo). Y ahí no puede faltar el heroico sacrificio de Alison, con el que se redime de su pasado, y que por sus gritos en off se supone que muere intentando contener al monstruo, mientras Samantha escapa a cumplir su cometido de salvar a Olivia.
Con lo cual, como dicta el paradigma en este arquetipo de cuentos, Samantha, ella solita, tendrá que adentrarse en las fauces del bosque encantado para rescatar a la verdadera Olivia, a la par que el monstruo, disfrazado de la imagen de la pequeña, se revelará tal y como es a los padres).
Las almas de los niños secuestrados por los maléficos espíritus son liberadas, y la família feliz vuelve a casa. Prueba superada? La mirada de Samantha en el último fotograma, mientras acaricia a Olivia, es una de las formas más cutres de pretender un final abierto con derecho a secuela (el presupuesto lo dirá?), que de momento no he sabido encontrar hurgando por la red.
Sin hacer ninguna referencia explícita, echa mano de los mitos populares sobre espíritus y fantasmas de bosques encantados. Y se monta sus propias reglas y fórmulas para "neutralizar" al mal; no hacen falta estacas, ni balas de plata, ni agua bendita... basta con entrar en la cueva adecuada, llevarse a la niña, y pim, pam, pum... así de fácil... Una operación de salvamento, que resulta ser como un juego. De hecho, como en un cuento, a modo de hada buena, el alma de la niña secuestrada del principio de la historia, es la que conduce al éxito de la misión.
Un cuento más, en el que se nos advierte de lo peligroso que puede ser el bosque.