El tema es simple, una historia de espías que sin duda gustará sobre todo a los amantes de este género. El primer episodio que no anima mucho a continuar por su desarrollo un tanto infantil o apresurado, transcurre con el trabajo de captación y adiestramiento por parte de la organización de Alí, mientras que la trama propiamente dicha se puede decir que comienza en el segundo episodio y lo hace con una partida de backgammon en la que el protagonista se enfrenta juega en un bar de Buenos Aires con el director de un periódico y a partir de ahí el interés crece y ya no cesa hasta el final.

El actor que da vida al personaje principal es el comediante, guionista y productor británico Sacha Baron Cohen, en este papel un tanto alejado de sus trabajos más conocidos lo que tampoco es noticia porque ya otros cómicos en el pasado incluido el gran Charles Chaplin, afrontaron papeles serios y aunque no es un actor que me guste especialmente creo que hace un buen trabajo. Nos encontramos por lo tanto, ante una historia israelí, contada por israelíes, con todo lo que ello supone, sin embargo se puede decir que me ha gustado.