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Voto de irian hallstatt:
8
Drama. Romance Viernes noche: ya está, Laura lo ha empaquetado todo. Mañana se irá a vivir a casa de François. Pero esta noche sale del piso vacío, donde ya no se siente en casa, para ir a cenar con Marie y Bernard. Se encuentra paralizada en medio de un descomunal atasco porque - ya no se acordaba - hay una huelga. Pero a Laura le da igual, esta noche, aquí, en su coche, es donde se siente realmente en casa. Hace calor, pone música, nada le puede ... [+]
28 de abril de 2007
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
* “Vendredi Soir” es mágica, y aún no me explico ni me queda claro si lo que vemos es una ensoñación o sueño de la protagonista, lo cual explicaría muchas cosas, excepto como Claire Denis ha logrado plasmar tan finamente ese mundo onírico de sensaciones.
Gran parte del efecto será causado por los omnipresentes pasajes musicales, de una música etérea y emocional que nos atrapa en un hipnótico bucle, pero no solo a nosotros, pues la simbiosis entre imagen y música es casi total.
También es cierto que Denis parece tener una concepción cadenciosa y musical del movimiento y la fisicidad, que genera suertes de corrientes y sensaciones como aquellas que experimentamos soñando.


Y ya estamos de vueltas con lo del sueño. La película tiene algún elemento grueso que remarca la irrealidad de lo que vemos, pero su ritmo y el tratamiento de los personajes hace que dichos elementos sean superfluos para generar ese ambiente de, digamos, suspensión; a no ser que se pretenda explicitar que lo mostrado es un sueño, porque realmente la protagonista se lanza a su aventura como si de un sueño se tratase, y su compañero, una huera criatura de sueño parece.
Pero es que la situación de inicio que dispararía la ensoñación o los fantaseos de ella, bien podría generar el clima y el estado mental propicio, no solo para la ensoñación, sino para desconectar la vigilancia y realmente lanzar a una Laure (nuestra protagonista) consciente a su aventura.
Desde el principio ya vemos que parte de su realidad se esfuma reducida a un montón de cajas con etiquetas: está de mudanza. Se traslada a casa de su pareja, de la cual no sabemos nada, ¿y ella, sabe algo? Echa un último vistazo a la fachada de su ex casa y cuando le vuelve la espalda se encuentra un mundo nuevo, porque el viejo se consume tras ella. Ya de entrada parece haber un largo camino hasta su nuevo hogar, pero la huelga de transportes parece dilatarlo hasta el infinito. El caos del tráfico solo aumenta su extrañamiento y confusión, sumiéndola en un estado de sopor del que saldrá, pero sin saber a donde, aunque somos nosotros los que acabamos descolocados. Solo sabemos que sortea espacios familiares (la cena con unos amigos) y que se lanza a un “affair” con un desconocido.
La intimidad cómplice y totalmente libre y desprendida que se consigue transmitir entre los dos protagonistas es del todo inexplicable, pero se logra.
Quizá la protagonista se haya permitido un momento de total libertad antes de volver a su “realidad”, y esa desinhibición la suma en un estado extático.


* El film puede verse como una oda a la libertad, al éxtasis del momento, o a la embriaguez de un amor efímero que solo alcanzamos dejando en vilo nuestras concepciones y atribuciones. Un dejarse llevar por los sentidos, por esa música que suena en lo recóndito del pecho y en los más ocultos recovecos de nuestra mente. En ningún momento elucubración alguna sobre aquellos que me rodean; dejarse llevar, dejarse ir.
irian hallstatt
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