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España España · Cines Astoria Alicante
Voto de Bloomsday:
6
Drama Chiara es una joven apasionada, utópica y revolucionaria que esconde su verdadera identidad como miembro de las Brigadas Rojas italianas a finales de los setenta. A simple vista se trata de una chica normal que se muda con su novio a un nuevo piso, pero su amigo Enzo empieza a sospechar que no todo es lo que parece. (FILMAFFINITY)
20 de febrero de 2009
36 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recientemente, al ver la película "El lector", recordé la anécdota de una conferencia de Heidegger en la universidad en la que mostraba su apoyo al programa nacionalsocialista. Karl Jaspers -autor de "El problema de la culpa y la responsabilidad política de Alemania", obra citada en la reciente cinta de Daldry en cuyo prólogo leí esta anécdota, de ahí la relación-, se acercó al famoso filósofo para comentarle sus reservas acerca del trato a los judíos, sobre la estupidez los protocolos de Sion y sobre el riesgo de que un tipo como Hitler gobernara mesiánicamente los designios del pueblo alemán.

Heidegger respondió que probablemente, pero que Adolfito tenía unas manos "maravillosas".

A día de hoy, y por encima de consideraciones económicas, sociales, la merienda de negros en forma de partidos que era la política alemana de la época, por encima de Goebbels y su aparato come-cocos y más allá de miedos a represalias cuando la cosa se puso innegablemente fea, me sigue resultando, por mucha gilipollez que parezca lo de las manos, la mejor explicación del desastre nazi.

Quiero decir, a veces las mejores explicaciones son las que no explican. Sobre todo, cuando se trata de esclarecer lo injustificable, lo incomprensible. Porque en la condición humana hay mucho de insoldable, y las cosas, a veces, suceden de forma maniquea, exagerada, obsesiva. El artista, entonces, debe dar una visión que conecte con lo emotivo, con lo humano, y dejar lo cerebral y el análisis para aquello que puede comprenderse. No inmiscuyéndose en el proceso de lo que debe sentirse.

Y es ahí donde cobra sentido esta película minimalista, aunque a ratos confunda su búsqueda de la precisión y fugacidad con cierto esquematismo -sobre todo en algunos tramos del guión-, presentando estupendos momentos de sencilla puesta en escena, momentos en los que la simplicidad aparece realmente como recurso acertado e, incluso, imprescindible. Y es esa la principal virtud de esta película, generar la sensación -ya digo, a ratos- de que lo que cuenta no puede ni debe ser contado de otra forma. 6,5
Bloomsday
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