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Voto de Bloomsday:
7
6.9
539
Drama
Charles es un joven provínciano que llega a París para estudiar derecho. Se hospeda con su primo Paul, que tiene piso propio en la ciudad, lo que le permitirá conocerlo y comprobar hasta qué punto sus cáracteres son antagónicos, pues mientras él es serio y responsable, Paul vive únicamente para disfrutar intensamente del presente sin importarle el mañana. Durante su estancia conoce a Florence, una de las amiguitas de Paul. (FILMAFFINITY) [+]
19 de noviembre de 2010
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ejemplo del Chabrol novel, instalado en la nouvelle y recibiendo agasajos del éxito comercial y los galardones berlineses. Nouvelle matizada, empero –comparada con ejemplos más beligerantes- aunque detectable en ramalazos de cinéma vérité (plano-secuencia, cámara en mano, estructura descuidada de “inmediatez”…) y demás elementos con contenido moral de la imagen y el travelling, no únicamente narrativo. Ahí vemos rasgos de estos enfants (algunos más terribles que otros puesto que Chabrol siempre fue respetuoso con ciertas reglas de género) que pretendían subvertir los cánones clasicistas. Pero la nouvelle del primer Chabrol radica más en el fondo que en la forma. O, quizás, son las cuestiones formales las que indican un fondo que supera las apariencias.
En esta cinta, pese a sus tintes dramáticos, encontramos importantes porciones de suspense con el habitual sentido de diversión cinematográfica del francés, en un amasijo de intenciones que evidencian una doblez a interpretar de acuerdo con la visión que el propio Chabrol tenía de Hitchcock y su cine (en artículos como “Hitchcock devant le mal” destacaba del director inglés su empleo del suspense para incorporar y desarrollar concepciones morales).
En “Los primos” se observan claves típicas de su filmografía (vista ahora, desde los años) que ya se apuntaban: un todavía inexperto triángulo amoroso, configuración thriller del drama, ridiculización de caracteres a través del exceso, el humor sardónico y burlesque, la simplicidad argumental vs. la complejidad de personajes, la capacidad de disección de usos y costumbres, la declaración de amor al cine y literatura…
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En esta cinta, pese a sus tintes dramáticos, encontramos importantes porciones de suspense con el habitual sentido de diversión cinematográfica del francés, en un amasijo de intenciones que evidencian una doblez a interpretar de acuerdo con la visión que el propio Chabrol tenía de Hitchcock y su cine (en artículos como “Hitchcock devant le mal” destacaba del director inglés su empleo del suspense para incorporar y desarrollar concepciones morales).
En “Los primos” se observan claves típicas de su filmografía (vista ahora, desde los años) que ya se apuntaban: un todavía inexperto triángulo amoroso, configuración thriller del drama, ridiculización de caracteres a través del exceso, el humor sardónico y burlesque, la simplicidad argumental vs. la complejidad de personajes, la capacidad de disección de usos y costumbres, la declaración de amor al cine y literatura…
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
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La película incorpora una carga de ambigüedad sencilla (pero apreciable) mostrando personajes que no son buenos o malos. El personaje del primo provinciano está cortado por el patrón de los convencionalismos; es esforzado, ético, idealista (el amor, la represión de la madre, la literatura como cobijo…). Pero la suerte no está con él; el azar le rechaza. Se rompe la habitual causa-efecto para con el personaje carismático –no el crápula simbolizado en Paul; imbécil ególatra y jactancioso evocador de las SS-. En consecuencia, nuestro protagonista “gancho” –hacia el que sentimos natural empatía por su bonhomía y por ser, evidentemente, más bajito- fracasa. Y eso ya coloca en el disparadero la concepción clásica de los personajes, ubicando el centro de gravedad de la historia en la ambigüedad y el papel activo del espectador dilucidador de un espectáculo cinematográfico más preocupado de las oquedades humanas que del aparente maniqueísmo del cine de género convencional. Para ello es importante estar a las dudas del personaje de Paul, presentes en el metraje más a través de la configuración del plano y el silencio que los diálogos.
Observamos un juego de personajes en una casa de tabiques transparentes que proyectan el interior de las conciencias. Sutileza melodramática desde la construcción de cada secuencia –las miradas, los gestos, los planos insinuándose- ahondando en la culpa, el determinismo y la libertad de nuestros propios actos. Sin dejar de lado una sucinta pincelada social de juventud de vida fácil y ociosa, o diferencias de clases y orígenes.
Desde las ironías del destino, los cánones clásicos de personajes buenos o malos se trastornan, la carga psicológica de los caracteres y el sentimiento de culpa se estira hasta un extremo en que los finales no ponen las cosas en su sitio (no hay castigo, justicia divina o deus ex machina). Más bien las desordenan. Y todo, como habría de ser habitual en Chabrol, desde una simplicidad de trama que escondía una complejidad de caracteres.
La película incorpora una carga de ambigüedad sencilla (pero apreciable) mostrando personajes que no son buenos o malos. El personaje del primo provinciano está cortado por el patrón de los convencionalismos; es esforzado, ético, idealista (el amor, la represión de la madre, la literatura como cobijo…). Pero la suerte no está con él; el azar le rechaza. Se rompe la habitual causa-efecto para con el personaje carismático –no el crápula simbolizado en Paul; imbécil ególatra y jactancioso evocador de las SS-. En consecuencia, nuestro protagonista “gancho” –hacia el que sentimos natural empatía por su bonhomía y por ser, evidentemente, más bajito- fracasa. Y eso ya coloca en el disparadero la concepción clásica de los personajes, ubicando el centro de gravedad de la historia en la ambigüedad y el papel activo del espectador dilucidador de un espectáculo cinematográfico más preocupado de las oquedades humanas que del aparente maniqueísmo del cine de género convencional. Para ello es importante estar a las dudas del personaje de Paul, presentes en el metraje más a través de la configuración del plano y el silencio que los diálogos.
Observamos un juego de personajes en una casa de tabiques transparentes que proyectan el interior de las conciencias. Sutileza melodramática desde la construcción de cada secuencia –las miradas, los gestos, los planos insinuándose- ahondando en la culpa, el determinismo y la libertad de nuestros propios actos. Sin dejar de lado una sucinta pincelada social de juventud de vida fácil y ociosa, o diferencias de clases y orígenes.
Desde las ironías del destino, los cánones clásicos de personajes buenos o malos se trastornan, la carga psicológica de los caracteres y el sentimiento de culpa se estira hasta un extremo en que los finales no ponen las cosas en su sitio (no hay castigo, justicia divina o deus ex machina). Más bien las desordenan. Y todo, como habría de ser habitual en Chabrol, desde una simplicidad de trama que escondía una complejidad de caracteres.