Acabo de ver está película en la televisión, y no me ha costado nada superar la barrera de los anuncios para terminar de verla. El caso es que las situaciones, los diálogos, y los silencios del personaje de Jake Gyllenhaal, no solo me han parecido auténticos para la época en que se desarrolla la trama, sino también aleccionadores para cualquier época en que se vea la película.

En su primera parte, la película muestra la indiferencia protocolaria de los ritos sociales de la muerte, y que no son más que un paripé hipócrita ante los que el padre de la víctima se sume en una frenética actividad, el novio los contempla con estupor, la madre reacciona con una contenida violencia, y - a la postre - todos se conforman con vivir unas mentiras aceptadas (aunque no pactadas) para intentar no hacerse demasiado daño a si mismos y a los demás.

Sin embargo, ese velo de mentiras con que han intentando ocultar la magnitud de la tragedia, se va cayendo poco a poco, hasta dejar desnuda una verdad que es mucho más hermosa que las mentiras, y que verdaderamente alivia el dolor, porque para todos se traduce en una nueva vida auténtica, que lejos de olvidar a la víctima, consiste tomar lo que a cada uno más le gustaba de ella para incorporarlo en las suyas.

En definitiva un estupendo mensaje, con un guión bastante bien trabado y unos estupendos actores para demostrar la descarnada indiferencia del protocolo social, el peligro de las mentiras por muy piadosas que sean, y los estupendos efectos de aceptar con coraje la verdad por muy dolorosa que parezca de antemano.