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Voto de Vagabundoespiritual:
3
Thriller. Acción. Terror Red (Nicholas Cage) es un leñador que vive alejado del mundo junto al amor de su vida, Mandy (Andrea Riseborough). Un día, mientras da un paseo abstraída en una de las novelas de fantasía que suele leer a diario, Mandy se cruza sin saberlo con el líder de una secta que desarrolla una obsesión por ella. Decidido a poseerla a cualquier precio, él y su grupo de secuaces invocan a una banda de motoristas venidos del infierno que la raptan ... [+]
17 de septiembre de 2018
106 de 173 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mandy, la segunda película de Panos Cosmatos reincide en la estética psicodélica, el argumento que cada vez se vuelve más lisérgico y el mensaje místico que ya había en su primer trabajo (Beyond the Black Rainbow), aderezado en esta ocasión con una historia de venganza y (mucha) sangre.

El argumento de Mandy lo hemos visto mil veces y lo conocemos a la perfección, una pareja (Red Miller y Mandy Blomm) que vive plácida y aislada del mundo ve cómo todo se resquebraja cuando una secta irrumpe en sus vidas y los aboca al abismo. Lo que convierte en singular a Mandy es el tono alucinógeno y la estética extravagantemente cuidada que Cosmatos vuelve a emplear para contarla.

Dividida en dos actos bien diferenciados, uno primero (extenuantemente) pausado y psicodélico donde se nos muestran a los personajes y el conflicto que surge cuando Jeremiah Sand, el líder de una secta, se encapricha con Mandy, y uno segundo visceral y desenfrenado cuando Red busca venganza por lo acontecido con Mandy.

Cosmatos vuelve a cometer los mismos pecados que en su primer film, se centra enérgicamente en la estética y la parte técnica de la película (son geniales el uso de la fotografía, el sonido y la banda sonora para generar estímulos sensitivos), pero desatiende el articulado lógico y coherente de la historia, desvariando en una amalgama de incomprensibles escenas de delirio sanguinolento, que aun dejando un gran poso en la retina manifiestan con fuerza la vacuidad y gratuidad de lo que se narra.

Además, todos los personajes de la película son desmedidos y pasados de rosca, lo cual da rienda suelta para que Niclas Cage, Linus Roche, Richard Brake y compañía se desfasen a su gusto, proporcionando un halo de surrealismo aún más pronunciado a lo que vemos.

Pero el gran pecado (mortal) que realiza Cosmatos es alargar hasta la extenuación un primer acto que lastra el acelerón violento final. Cuando Red (Nicolas Cage) decide pasar a la acción es demasiado tarde, el sopor ácido de los primeros 50 minutos nos han dejado extenuados, con las pupilas dilatadas y el cerebro frito de tanta grandilocuencia visual de mal alcaloide.

En definitiva, para los seguidores de Cosmatos y su estilo visual lisérgico (empieza a ser marca de la casa) será toda una experiencia trascendental y convertirán la película en una joya de culto, para el resto, aun agradeciendo un universo propio y una narrativa arriesgada, sólo será un sopor que no se compensa con el despiporre sangriento de los últimos 40 minutos.
Vagabundoespiritual
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