Aastor Piazzolla escribió "La música es el arte más directo, entra por el oído y va al corazón..." y Tatsuyuki Nagai ha querido hacerse eco de las palabras del compositor argentino, creando una obra bonita, sentida y, esto nunca está de más, incluso un poco random en ocasiones.

A medio camino entre "susurros del corazón" y "Cinco centímetros por segundo", por poner dos de las obras más conocidas de similar temática y ambientación, El himno del Corazón trata sobre la madurez. Sobre el siempre difícil proceso de maduración que sufren cotidianamente millones de jóvenes. Sobre el drama de la misma, los problemas que comporta. Sobre cómo se dan los primeros pasos de los temas que marcarán en gran futuro la vida adulta - el amor, el sacrificio, la comunicación - con el consiguiente esfuerzo por arrancar en esta etapa.

Quizá la cinta pueda pecar de estar enfocada a un público demasiado adolescente, pero en su caso se puede decir que esto se traduce en el uso de un lenguaje cómodo y accesible para todos los públicos. Al final,la suma de elementos positivos (Historias dentro de historias, mezcla de géneros, arcos de personajes fantásticamente trazados, una buena animación a nivel formal...) da como resultado un conjunto fuerte y sólido, aunque no excelente.

Hay cosas que son difíciles de contextualizar, y el film a veces falla en sus intentos por dar un pretendido toque cómico en determinados momentos, pues la historia es puramente un drama (Si bien no es dramática tampoco). Por contra, la música juega un papel muy importante, creando un pequeño musical dentro de la obra, con un aire a cuento clásico de hadas que encandilará a los más puristas del género, como el que suscribe estas líneas.

El apartado visual es bastante correcto, teniendo algunos momentos especialmente destacables, como los planos en los que Takumi va a buscar a Jun en su bicicleta. En general hay momentos de gran belleza, caracterizados por los contrastes entre luces y sombras para mostrar a Jun cuando está encerrada en sí misma y cuando no.

Por supuesto, no puedo dejar de comentar sus dos principales bazas: El poder de las palabras y la capacidad de las mismas, incluso de las más simples e inofensivas, para transformar a las personas, su contraposición con la música (y la consiguiente dualidad de ambos lenguajes universales) y, muy relacionado con esto, los sentimientos de los personajes, y sus dubitativas maneras de transmitirlos. Una fase por la que todos hemos pasado (O, los más afortunados, aún tienen por pasar) y con la que, gracias a lo bien trazado de la personalidad de cada uno, nos será fácil identificarnos.

Así que, aunque no sea puramente música, aunque engañemos un poco al gran maestro Piazzolla, aunque también sea palabra, imagen e incluso encuadres, toda manera de la que puede hablar el séptimo arte, dejemos que esta película nos llegue al corazón. Desde luego, traza bien su camino para conseguirlo