No todas las series míticas de TV han de tener inicios gloriosos. Doctor Who, una de las series más longevas de la sci-fi mundial y creadora de numerosas historias fascinantes de ciencia-ficción, arrancó con un primer arco argumental ciertamente muy mejorable. Si no consideramos el primero de los cuatro episodios que componen el arco, y que es la presentación del Doctor Who y la TARDIS, los otros tres episodios discurren en un mundo prehistórico, con cavernícolas que declaman de manera shakespiriana sus diálogos y dotados de un gran vocabulario, con unas ropas y maquillaje que retomaron en el film "Hace un millón de años".

Ciertamente, no es la mejor historia con la que arrancar las andanzas del buen doctor, aunque, para disculpar a los guionistas, dudo que pensasen que esta serie llegaría a nuestros días convertida en un icono. Los tres episodios son tremendamente estáticos y aburridos, a años-luz de "Los Chiripitifláuticos", por poner un ejemplo. Una historia la mar de tonta, hacerse con el poder del fuego, tal como está rodada, no daba para tres episodios...si hubiese sido como en el filme "En busca del fuego"...

La primera encarnación del Doctor Who aún no está bien definida, resultando un anciano pedante, al igual que sus tres companions, en especial la nieta (han leído bien) del Doctor, insoportable donde las haya. Aún faltan años para llegar a los episodios de Tom Baker y a los nuevos de Tennant y Matt Smith. Paciencia.

Solo para aficionados a la arqueología televisiva.