Cuarenta millones de dólares de los años 90 como presupuesto, efectos especiales de primera, música de Maurice Jarre ... y sin embargo, un fracaso absoluto, como parece indicarnos que el director firmó el filme como Alan Smithee, aunque eso lo descubriremos al final, junto a los créditos.

Estrenada en mucho países en el circuito de venta de videos, esta coproducción estadounidense-japonesa tuvo una tibia acogida en el mercado nipón, lo que llevo a rodar nuevas escenas para añadir en su versión estadounidense estrenada un par de años después.

Una historia más próxima, en su concepto, a las películas catastróficas de los años 70, basada en una novela de un autor japonés, el problema del filme son las historias cruzadas existentes, estúpidas, burdas e innecesarias, y los espantosos diálogos de todos los personajes, en especial los momentos románticos, de auténtica grima. Todo ello aderezado por la penosa interpretación de la pareja protagonista ¡que espanto las muecas y gesticulaciones de la Schofield!. No sé si la aparición de Heston y de Palance corresponde a la filmación original o a los reshoots posteriores, pero la sensación de postizo y relleno de sus secuencias no hay quién se la quite. En cuanto a la aventura espacial, recordará mucho a "Sunshine" -otro film fallido - y aunque los decorados y la ambientación de la nave puede ser aceptable, conforme se acercan al sol, los tripulantes se quedan en camiseta, con excepción del protagonista, que ni siquiera suda. Y tenemos un pequeño homenaje- aquí casi una parodia- con la computadora de nombre y voz humanizado.
No es un filme de fácil digestión. Un relato jalonado de continuos fallos de continuidad, una historia mal narrada, repleta de situaciones absurdas e innecesarias, lastraron a este filme, justamente, al fondo del cajón de películas fallidas y olvidadas. No solo es el presupuesto, necesitas una buena historia para no fracasar. Y este no era el caso.