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España España · Asturias
Voto de Xano:
8
Thriller. Drama Jamie (Lucas Pittaway), un joven de 16 años que vive con su madre y sus dos hermanos en un barrio pobre de Adelaida, acaba siendo arrastrado por su padrastro a un mundo de fanatismo y violencia. (FILMAFFINITY)
10 de octubre de 2011
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los psicópatas en el cine son como los monstruos de los cuentos infantiles: anidan en lo más profundo de nuestros miedos para atraparnos sin que nos demos cuenta, cercándonos, acechándonos y extendiendo sus garras cuando ya es demasiado tarde para gritar pidiendo auxilio. Y como la criatura que se esconde en el armario, al fondo de un pasillo oscuro o debajo de la cama, a veces el cine (lamentablemente no muy a menudo) se empeña en enseñarnos que los demonios de verdad, esos que se alejan del cliché hollywoodiense, no habitan en lugares desconocidos a los que jamás tendremos acceso, sino que forman parte de nuestra realidad cotidiana: viven con nosotros, duermen en la habitación de al lado, comen en nuestra mesa y charlan animadamente sobre el tiempo, los estudios o sobre cómo nos ha ido el día. Pero lo más aterrador de los monstruos reales, lo que los define, más allá de su apariencia pueril, su imagen vulgar y sus ademanes toscos y chabacanos, casi ridículos, es creer que tienen sobradas razones para hacer lo que hacen. Necesitan creerlo. Se nutren de ello para empuñar el cuchillo, la soga o los alicates. Eso es lo que los distingue de las alimañas que habitan las pesadillas de la ficción: el mundo real los empapa de su propia crueldad y les cede falsas justificaciones morales que ellos asumen como guías inamovibles para poder dar rienda suelta a su oscuridad interior, a una violencia malsana que, antes o después, desembocará en la destrucción o el contagio. Y una vez que se da el primer paso, una vez que se cruza la delgada línea roja entre la perversidad y la demencia, ya nada importa lo suficiente como para echar la vista atrás: el único alimento es el odio, el principal objetivo la brutalidad y la última y definitiva satisfacción, la muerte.

Estremecedora película. Siniestra, seca, lacerante y perturbadora. El estar basada en hechos reales sobredimensiona su propia monstruosidad.

Lo mejor: la atmósfera, la dirección, los actores y el alejamiento consciente y deliberado del trillado género de los psycokillers pese a ser una de las mejores radiografías recientes sobre el enfermizo mundo de los asesinos en serie.

Lo peor: al final pierde algo de fuelle.

Magnífica ópera prima.
Xano
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