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Voto de Nelder Nei:
9
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Animación. Ciencia ficción
Henry es un personaje que, golpeado por un meteorito de 150 toneladas, se ve condenado a vivir a exactamente 91 centímetros de su cuerpo. Partiendo de esta premisa, el corto narra las desventuras de Henry y las soluciones momentáneas que encuentra para tratar de seguir llevando una vida cotidiana “normal”. (FILMAFFINITY)
5 de diciembre de 2010
131 de 140 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en "Une histoire vertébrale" Jérémy Clapin se centraba sobre un hombre diferente que buscaba encajar en su entorno, en "Skhizein" se narra la historia de un hombre normal que se ve desplazado de su entorno como consecuencia de algo más espeluznante: el haberse desplazado de sí mismo.
En "Skhizein" el tema es más existencialista y el planteamiento es más profundo que en "Une histoire vertébrale". El tono es más oscuro en contraposición con el del sutilmente humorístico y esperanzador trabajo anterior, la narrativa brilla permanentemente al prescindir de excesivas explicaciones o juicios que rompan con el alegórico desarrollo de la trama. La animación está logradísima y la música complementa a la perfección a la grisácea y lúgubre atmósfera que se nos brinda, acorde con la temática, pudiendo llegar el conjunto a poner los pelos de punta en los momentos finales.
Brillante.
En "Skhizein" el tema es más existencialista y el planteamiento es más profundo que en "Une histoire vertébrale". El tono es más oscuro en contraposición con el del sutilmente humorístico y esperanzador trabajo anterior, la narrativa brilla permanentemente al prescindir de excesivas explicaciones o juicios que rompan con el alegórico desarrollo de la trama. La animación está logradísima y la música complementa a la perfección a la grisácea y lúgubre atmósfera que se nos brinda, acorde con la temática, pudiendo llegar el conjunto a poner los pelos de punta en los momentos finales.
Brillante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Dicen que sólo una persona de cada cien es alcanzada alguna vez por un meteorito.
Es una desgracia que a uno le caiga un meteorito encima. Y, cuando uno es víctima de una desgracia semejante, cuando se recibe un duro golpe como ese, es normal que uno se desmorone y se sienta ausente, vacío y distante... es normal quere estar solo. Porque al menos en casa uno es capaz de organizarse y sobrellevarlo, pero aún así se rechazarán las visitas: uno se negará a recibir a su madre, y cuando escuche sus mensajes del contestador su voz se antojará lejana, como si uno la escuchara desde el otro lado de la pared... justo igual que sucede en las sesiones con el psicólogo... ese incompetente psicólogo que es evidente que no puede ayudarte, pues ningunea tu problema como si fuese un asteroide cuando es evidente que eso es algo totalmente diferente a un meteorito de verdad.
Uno no rinde en el trabajo. Los compañeros pasan cerca de uno como si uno no estuviera allí, y es inevitable sentirse inferior a ellos. Incluso estando en el ascensor uno se siente distante de los que te acompañan. Y cuando por fin se llega a casa la oscuridad se vuelve la mejor compañía, como si uno estuviera bajo el suelo y todo lo demás le sobrepasase.
Claro, es posible que uno pretenda superar todo esto y volver a su sitio, pero eso podría no hacer otra cosa que empeorar la situación. Y entonces uno tiene que esconderse, desmoralizarse bajo su propio miedo a ser golpeado por más meteoritos. Y uno se acaba preguntando si se estará volviendo realmente loco, y se acabará preguntando en qué medida le habrá afectado todo ese asunto.
Pero en el fondo...
¿Qué importa saber cuántos centímetros te has desplazado?
Es una desgracia que a uno le caiga un meteorito encima. Y, cuando uno es víctima de una desgracia semejante, cuando se recibe un duro golpe como ese, es normal que uno se desmorone y se sienta ausente, vacío y distante... es normal quere estar solo. Porque al menos en casa uno es capaz de organizarse y sobrellevarlo, pero aún así se rechazarán las visitas: uno se negará a recibir a su madre, y cuando escuche sus mensajes del contestador su voz se antojará lejana, como si uno la escuchara desde el otro lado de la pared... justo igual que sucede en las sesiones con el psicólogo... ese incompetente psicólogo que es evidente que no puede ayudarte, pues ningunea tu problema como si fuese un asteroide cuando es evidente que eso es algo totalmente diferente a un meteorito de verdad.
Uno no rinde en el trabajo. Los compañeros pasan cerca de uno como si uno no estuviera allí, y es inevitable sentirse inferior a ellos. Incluso estando en el ascensor uno se siente distante de los que te acompañan. Y cuando por fin se llega a casa la oscuridad se vuelve la mejor compañía, como si uno estuviera bajo el suelo y todo lo demás le sobrepasase.
Claro, es posible que uno pretenda superar todo esto y volver a su sitio, pero eso podría no hacer otra cosa que empeorar la situación. Y entonces uno tiene que esconderse, desmoralizarse bajo su propio miedo a ser golpeado por más meteoritos. Y uno se acaba preguntando si se estará volviendo realmente loco, y se acabará preguntando en qué medida le habrá afectado todo ese asunto.
Pero en el fondo...
¿Qué importa saber cuántos centímetros te has desplazado?