Valérie Tasso (Belén Fabra) es una mujer obsesionada por el sexo, hasta el punto de mantener relaciones con desconocidos que le dan dinero pensando que es una prostituta. Viendo que los hombres sólo la quieren por el sexo, decide mantener una relación estable con un empresario argentino cuarentón, que no le satisface y termina siendo un celoso patológico, inestable y cruel. ¿Terminó con alguien así porque su ninfomanía le ocasiona problemas emocionales? Me parece que es lo que se da a entender, pero pienso que esta clase de comportamiento se da en muchísimas mujeres que no son ninfómanas, por la naturaleza de las relaciones humanas de nuestra sociedad.

Una vez termina con esta relación, Valérie decide dedicarse a la prostitución para apagar su sed de sexo, y termina por encontrarse con que sus clientes la maltratan y siguen tratándola como un objeto, igual que su ex marido; y a pesar de todo, siente afecto por alguno de ellos, mostrando una vez más que su problema no es el sexo, sino el amor. Tras una larga crisis personal, decide abandonar la prostitución porque un cliente tetrapléjico le hace ver la importancia de estar viva y tener una vida plena, por lo que decide vivir de una vez por todas y aceptar su condición. El problema para mí es que no se trata de su condición, sino del hecho de que es incapaz de amar a alguien de manera adulta, y al final de la película no se ha resuelto nada.

El título vende un relato sórdido y lo que obtiene el espectador es una fabulilla algo vacía de contenido sobre las relaciones humanas, que no se centra en el verdadero problema: la falta de autoestima y la soledad, junto con la escala de valores de nuestra sociedad ("A mí también me gustaría tener un novio con un Jaguar"), lleva a muchas mujeres, sin necesidad de ser ninfómanas, a una vida llena de sufrimiento y de decepción.